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40 años de Excélsior sin Scherer

Julio 8 de 1976
Durante la asamblea de la Cooperativa Excélsior convocada ilegalmente, Julio Scherer y sus seguidores son expulsados violentamente. Regino Díaz Redondo tomará el cargo de director del diario.

El periódico “Excélsior” había sido fundado por Rafael Alducin Bedolla, el 18 de marzo de 1917. El edificio de Bucareli 17 fue construido entre 1923 y 1924. Al morir Alducín, su viuda vendió el diario a Federico Lachica en 1926. Luego, varias veces cambió de dueño hasta que el 25 de enero de 1931, Abel R. Pérez declaró la quiebra de Excélsior. Al año siguiente, el 29 de abril de 1932, el diario pasó a manos de los trabajadores y se transformó en cooperativa “Excélsior, Compañía Editorial, S.A.” que será durante décadas el diario más importante de México y según algunas opiniones de Latinoamérica.

La primera edición vespertina “Ultimas Noticias de Excélsior” comenzó a circular el 27 de enero de 1936 y el 1 de septiembre de 1939, la segunda edición de “Ultimas Noticias”, en ésta, Julio Scherer García inició su carrera como reportero en 1947. En 1959 ingresó al diario Regino Díaz Redondo, invitado por Scherer.

En agosto de 1960, fue publicado un desplegado atribuido al Partido Comunista, que pedía la excarcelación de los presos políticos del movimiento obrero de 1958-1959; aparecía también la firma de Scherer por lo que fue sancionado. Tiempo después, Scherer pasó a ser ayudante del director general, Manuel Becerra Acosta (padre); a su muerte, la Asamblea general eligió a Scherer director general el 31 de agosto de 1968. Hero Rodríguez Toro fue nombrado gerente general el 11 de septiembre de 1970.

Excélsior, comenzó a incluir agudas críticas, reportajes de investigación y crónicas, así como editoriales escritos por intelectuales como Daniel Cosío Villegas, que no eran del agrado del gobierno y ni de los grupos de poder económico. Por eso, en agosto de 1972, varios empresarios encabezados por Juan Sánchez Navarro promovieron un boicot de anunciantes y retiraron la publicidad de Excélsior, lo cual le provocó una grave crisis financiera.

El gobierno apoyó al diario por medio de inserciones oficiales; pero según refiere Carlos Monsiváis (“El golpe a ‘Excélsior’”), “Scherer quiere dirigir Excélsior…”. Es decir, mantener su independencia a pesar de la ayuda oficial. Posteriormente, el 10 de junio de 1976, fue invadido el fraccionamiento Paseos de Taxqueña, desarrollo urbanístico promovido por Excélsior, lo que provocó una campaña contra Scherer en el Consejo de Vigilancia del diario, por radio, televisión y en diarios capitalinos oficialistas.

Semanas después, la noche del 7 de julio de 1976, el salón donde se efectuaría la Asamblea de la Cooperativa Excélsior fue ocupado con violencia; el personal de vigilancia fue sustituido por gente reclutada en los departamentos de encuadernación, reparto y servidumbre, a la que llamaban “Los Indios”, pues usaban sombreros de palma. Durante ese asalto, extrajeron de las oficinas un manifiesto de prestigiados escritores e intelectuales, plumas de ese diario, a favor de la institucionalidad de Excélsior; por esta razón, ante la falta del manifiesto, la edición del día siguiente saldrá con la página 22 en blanco en la que debió publicarse el desplegado referido. Entre los colaboradores que firmaban su adhesión a Julio Scherer y Hero Rodríguez Toro, se cuentan: Froylán López Narváez, Enrique Maza, Vicente Leñero, José Emilio Pacheco, Gastón García Cantú, Miguel Ángel Granados Chapa, Angeles Mastretta y Carlos Monsiváis.

Pese a que la dirección general del periódico solicitó garantías de seguridad por la presencia de matones, los cuerpos policíacos locales y federales no intervinieron.

Al día siguiente, 8 de julio de 1976, pasado el mediodía, inicia la Asamblea convocada ilegalmente. Los opositores a Scherer leen el acta del día, que no incluye los informes de los directivos del periódico; ante la protesta de Scherer por tal anomalía, hay intimidaciones, y violencia por lo que la mayoría de los socios salen y hacen su asamblea en la sala de redacción. Ahí se encuentran Julio Scherer y sus colaboradores cercanos, cuando llega un grupo enviado por Regino Díaz Redondo que les notifica la destitución de Julio Scherer García y Hero Rodríguez Toro, así como la suspensión indefinida de cinco cooperativistas: Arturo Sánchez Aussenac, jefe de redacción; Leopoldo Gutiérrez, secretario de redacción; Jorge Villalobos Villa Alcalá, director de la primera edición de “Últimas Noticias”; Arnulfo Uzeta, jefe de información del diario, y Ángel Trinidad Ferreira, cronista político. Bajo amenazas de muerte exigen el desalojo de la dirección y de la gerencia, así como la subordinación de la redacción para el control del contenido de los artículos editoriales.

Miguel Ángel Granados Chapa escribirá después que salieron para evitar muertes. Julio Scherer dirá: “Desde temprana hora, Víctor Payán cuchicheaba aquí y allá. Así lo hacían también Manuel Camín y Rodolfo Flores Rivera, en otra época director y jefe de redacción del Magazine de Policía, que editaba Excélsior. El bisemanario, el escándalo como negocio, fue suprimido a instancias de Hero Rodríguez Toro y mías, pero Flores Rivera y Camín conservaron sus nexos con policías y guaruras. Ahora iban de grupito en grupito. Payán llegaría muy lejos: coronel de Arturo Durazo. Rodolfo Flores también llegaría lejos: subgerente de Excélsior. Camín no tanto: director de la segunda edición de Últimas Noticias.Llegó la hora del tumulto, muchos ojos desorbitados, la furia de algunos, el sarcasmo de otros. Ricardo Perete bailoteaba entre muecas. Regino Díaz Redondo y Manuel Becerra Acosta se mentaban la madre con los labios. Me confortaba la tranquilidad de Hero, estoico. Sabía de qué se trataba… En un simple memorándum, Díaz Redondo señaló: ‘Porque el texto de la plana 22 de la primera sección de Excélsior, en la edición de hoy jueves 8 de julio, contiene un ataque a los intereses de Excélsior, Compañía Editorial, S.C.L… los consejos de administración y vigilancia, así como los miembros de las comisiones de Conciliación y Arbitraje y de Control Técnico decidieron ordenar que no se publique la página y que ésta aparezca también en blanco en señal de enérgica protesta… No sé dónde, quizá sólo en Excélsior en esos días, pudiera repetirse una confesión tan vergonzosa: silenció Excélsior una denuncia en defensa de sus intereses, cuando no hay interés más alto en un diario, el que sea, que abrirse a la discusión pública en los asuntos de interés general…”. En Los Presidentes,Scherer comentará: “Los ladrones se quedaban en Excélsior”… El presidente Echeverría nos expulsó de nuestra casa. Combinó, como es usual, la fuerza, el sometimiento y una gran recompensa”.

En noviembre siguiente renunciarán más de 200 reporteros, fotógrafos, diseñadores, articulistas, editorialistas y colaboradores, entre ellos: Manuel Becerra Acosta, subdirector; Octavio Paz, director del semanario Plural; Carlos Monsiváis, Vicente Leñero, Miguel Ángel Granados Chapa, Rafael Ramírez Castañeda, José Emilio Pacheco, Heberto Castillo, Abel Quezada, Jorge Ibargüengoitia y Froylán López Narváez.

De este hecho, surgirán proyectos de vigorosas ediciones que marcarán el rumbo que seguirá el periodismo en México: “Proceso” semanario dirigido por Julio Scherer García, circulará a partir del el 6 de noviembre de 1976; “Vuelta”, dirigida por Octavio Paz. El 14 de noviembre de 1977, el diario “Unomásuno” dirigido por Manuel Becerra Acosta. Luego de una escisión, del “Unomásuno” se desprenderá“La Jornada” en 1984.

Díaz Redondo ocupará la dirección general de Excélsior hasta el 20 de octubre de 2000; bajo su dirección, no habrá cambios: seguirá patrocinado mediante publicidad e información privilegiada por el gobierno; sin embargo, no se ajustó a los cambios sociales y se estancó. En los años noventa, mientras se desarrollaba una prensa de mayor búsqueda en forma y contenidos y en ocasiones apoyada por grandes capitales, Excélsior mantenía, en lo fundamental, las mismas características que lo habían distinguido 20 años antes. Tenía buenos reporteros y en sus espacios de opinión participaban analistas relevantes, pero se rezagaba respecto a periódicos más dinámicos y mejor sintonizados con los cambios que experimentaba la sociedad mexicana.

Este es un texto publicado en Memoria Política de México por Doralicia Carmona 

http://www.memoriapoliticademexico.org/Efemerides/7/08071976.html

FUENTE: DESINFORMÉMONOS
AUTOR: DORALICIA CARMONA
LINK: https://desinformemonos.org/40-anos-de-excelsior-sin-scherer/

El espionaje a Julio Scherer García

MÉXICO, D.F: La Dirección Federal de Seguridad (DFS) mantenía una vigilancia férrea sobre el periodista Julio Scherer García; lo seguía a sus itinerarios, revisaba su correspondencia, intervenía sus llamadas telefónicas y colocó micrófonos en su casa y oficinas.

También lo espiaba en las reuniones que sostenía en restaurantes e incluso desplegó fotógrafos en árboles, automóviles o detrás de las ventanas.

En diciembre de 2006, la revista Etcétera publicó un amplio reportaje al respecto que en la página web de Proceso se difundió el día tres de ese mes, con el titular: Espionaje vergonzoso.

Una versión sobre el tema despliega esta semana la revista Emeequis bajo el título: Julio Scherer: De profesión, periodista.

A continuación reproducimos íntegro el reportaje del mensuario Etcétera.

En 1966, cuando era secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez recibió de manos del titular de la Dirección Federal de Seguridad, Fernando Gutiérrez Barrios, el primer dossier donde se definía al periodista Julio Scherer como defensor de la ideología demócrata cristiana Desde entonces, y aun después de la expulsión de Scherer de la dirección de Excélsior, el 8 de julio de 1976, los aparatos de seguridad del régimen priista, encabezado por Echeverría, no cesaron de espiarlo El reportero Luis Miguel Carriedo documenta ese período en su reportaje titulado Scherer, obsesión de Echeverría, que la revista Etcétera publica en su edición de diciembre Con su autorización, reproducimos aquí el texto
El periodista Julio Scherer García fue blanco de una incansable y puntual vigilancia por parte del régimen priista Registros de la Dirección Federal de Seguridad exhiben que era la obsesión de Luis Echeverría, quien seguía los pasos y hasta las huellas de su andar público y privado apoyado en la infraestructura y recursos de las instituciones de seguridad nacional para el discrecional espionaje político en su contra.

La DFS informaba las actividades de Scherer desde finales de la década de los 50, pero nunca con el detalle ordenado por Echeverría, quien primero como secretario de Gobernación, y después como presidente de la República, fue el promotor más meticuloso de esa práctica Seguía, literalmente, cada movimiento del fundador de la revista Proceso y director del periódico Excélsior hasta la polémica asamblea de cooperativistas que lo destituyó el 8 de julio de 1976.

Así lo muestra el expediente con varios reportes de inteligencia de aquellos años, el cual obtuvo Etcétera luego de una investigación periodística apoyada en la ley de transparencia y el acuerdo presidencial publicado en el Diario Oficial el 27 de noviembre de 2001, donde se establecen algunas medidas para facilitar la investigación de crímenes del pasado, con lo que miles de registros de la antigua DFS, creada en 1929, así como de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS), nacida en 1947, se transfirieron al Archivo General de la Nación.

Con tradición en el espionaje político de opositores y simpatizantes, en 1985 la DFS y la DGIPS se fusionaron en la Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional, que cuatro años después dio origen a lo que hoy es el Cisen.

El Estado policiaco que todo lo veía, acusa recibo en esos archivos Los datos sobre el periodista se guardan hoy en las galerías 1 y 2 del AGN, en lo que fueron las celdas de Lecumberri, el reducido espacio que significó encierro para cientos de presos políticos durante los sesenta y los setenta Ahí descansan testimonios de los abusos cometidos por el poder en sus propias palabras, redactados por espías del régimen que le pisaban los talones a propios y extraños para no perder detalle de sus actividades políticas, privadas e íntimas.

El investigado

Los documentos en poder de Etcétera demuestran que el gobierno ordenó una investigación de todos los movimientos de Scherer los meses previos a su expulsión del diario En una tarjeta fechada el 17 de febrero de 1976 los agentes de la DFS se refieren al periodista como “el investigado”.

Ahí exponen: “acostumbra salir de su domicilio entre las 7:30 y las 8:00 horas, para dirigirse al deportivo Chapultepec, ubicado en las calles de Mariano Escobedo de esta ciudad en donde permanece entre las 11:00 y 11:30 horas, para trasladarse posteriormente a sus oficinas del periódico Excélsior, sito en Paseo de la Reforma, saliendo de éstas alrededor de las 15 hs En donde en ocasiones acude a su domicilio y permanece entre las 17:30 y 18:00 hs Para posteriormente atender sus compromisos de trabajo y sociales, no teniendo una rutina fija”.

Cualquier dato que pudiera servir en contra del director de Excélsior lo tenía el gobierno La policía política informó el avalúo de “la casa que habita”, registrada “a nombre de la Sra Susana Ibarra de Scherer, esposa del investigado”, luego datos de los vehículos familiares y hasta un supuesto intercambio de placas que había entre el vehículo de Scherer y el de su esposa Los datos siempre excesivos en los detalles: “se hace notar que el automóvil marca Dodge Dart, 2 puertas, color vino, con toldo vinil negro, modelo 1964, es el que utiliza para su servicio el Sr Scherer García y las placas que ostenta así como la calcomanía de la misma corresponden a la del Renault modelo 1974, placas LMS-932 del estado de México (…) a nombre de Susana Ibarra de Scherer”.

Lupa gastronómica

El 9 de marzo de 1976 los agentes espiaron la comida que Scherer sostuvo con el embajador estadunidense Joseph John Jova “y dos de sus consejeros”, dicen en un oficio, el cual resume buena parte de la plática en el restaurante Chateau de la Palma, y anexa varias fotografías El 23 de enero de 1973, dicen en otro oficio, “se estableció vigilancia en las calles de López No 15, letra E, donde se encuentra ubicado el restaurante Normandie, lugar en el que se iba a llevar a cabo una reunión a las 14:30 horas entre el señor Julio Scherer García y otra persona no identificada (…) siendo las 14:45 horas se detuvo el automóvil Rambler, modelo 1972, color verde botella, con placas de circulación 860 AFT del DF, descendiendo el licenciado Víctor Manuel Villaseñor, Director Gerente de los Ferrocarriles Nacionales de México”.

Scherer comía con Villaseñor, y “en una parte de la conversación se pudo captar”, dicen los agentes, “que hizo mención de que Miguel Asturias le había comentado que no existía la vida privada, puesto que hasta en la regadera del baño le podían instalar una grabadora, al igual que en su propio automóvil”.

El 25 de marzo de 1976 otra vez la lupa, ahora sobre los viajes familiares del periodista: “llegó al aeropuerto acompañado de su familia, o sea su esposa e hija, y un menor de edad, con el objeto de viajar a Montevideo Uruguay (…) se adjunta relación de pasajeros y fotografías” Varias fotos junto a la copia de su pasaporte.

Visto bueno

Los espías filtraban también la correspondencia privada del periodista desde 1974, y llegaban al extremo de impedir a los lectores de Excélsior hacerle llegar comentarios críticos sobre el gobierno que pudieran difundirse en la sección de cartas La DFS titula una nota con fecha 30 de noviembre de 1974: “Relación de la correspondencia con diversas procedencias y destinos que ha sido interceptada y extracto de su contenido”, donde se registran todo tipo de comunicaciones dirigidas a Scherer y otros personajes Por ejemplo, la enviada por Raúl Rivas Herrera ese mismo año, quien como lector buscaba la publicación de sus opiniones, las cuales, según el resumen ejecutivo de la DFS, expresaban “severas críticas a la Cámara de Diputados y al lic José López Portillo –secretario de Hacienda y Crédito Público– por el impuesto a la gasolina” La misiva original no llegó a su destino porque los agentes consideraron pertinente incluirla en su reporte “se anexa”, escriben con un protocolo frío.

“Excélsior”

En el ocaso del sexenio de Echeverría, en Excélsior se asomaba la crítica periodística, pero también las divisiones internas que el gobierno sabía con detalle gracias a sus agentes secretos Scherer sería expulsado del diario el último año del período presidencial, luego de la asamblea del 8 de julio enmarcada en una operación política que exacerbó divisiones, según documenta él mismo en su libro Tiempo de saber (Aguilar, 2003), un boicot publicitario organizado por el empresario Juan Sánchez Navarro y la invasión al predio de Paseos de Taxqueña adquirido por la cooperativa en 1959, acción comandada un mes antes de la asamblea por el diputado priista y líder agrario Humberto Serrano Pérez
Una tarjeta con fecha 17 de julio de 1973, firmada por el director federal de seguridad, Luis de la Barreda Moreno, sugiere a Serrano como informante de esa dirección: “manifestó hoy que el director del periódico Excélsior (…) y su abogado Manuel Sánchez Mejía (…) lo invitaron ayer en la noche a tomar un café y con el fin de tratar sobre el pago de $20,000,00000 que esa empresa tiene pendiente con los campesinos de La Candelaria, Delegación Coyoacán, DF, quienes de su ejido cedieron 100 hectáreas a dicho diario desde hace 13 años y hasta el momento no ha sido cubierto el adeudo”.

Y continúa: “agregó el prof Serrano que Scherer le ofreció $1,000,000, sacando un cheque en blanco e indicándole que lo llenara por esa cantidad, que de ahí le diera algo al presidente del comisariado ejidal y ya no siguieran asesorando a los campesinos de referencia (…) Acerca de lo anterior, Serrano Pérez expresó que lo pondrá en conocimiento de los ejidatarios de La Candelaria a efecto de acordar un movimiento de protesta frente al periódico”.

En otro escrito con fecha 15 de agosto de ese mismo año, De la Barreda describe la asamblea en la que Serrano informó a 150 ejidatarios lo que supuestamente eran las gestiones de su pago: “les hizo saber que se entrevistó con el jefe del DAAC [Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización] Lic Augusto Gómez Villanueva, y éste le comunicó entre otras cosas que habló con el director de Excélsior, Julio Scherer García, quien le informó que no tenía dinero para pagar (…) y que con la presión que estaba ejerciendo el CAM [Consejo Agrarista Mexicano] menos lo liquidaría”, por lo que “se envió un telegrama urgente al Lic Luis Echeverría Álvarez, solicitando su intervención en este problema (…) se enviaron telegramas al Ejecutivo Federal y al titular de la DAAC, Lic Augusto Gómez Villanueva, informándoles de lo anterior”, termina De la Barreda.

Un día antes de la asamblea que destituyó a Scherer el espionaje estaba en todas partes El agente Jorge Samael Ávila Avendaño, disfrazado de mesero, escuchaba la discusión del periodista con 200 cooperativistas afines en una reunión que celebraron en el hotel Fiesta Palace “A las 14:45 horas, se hizo desalojar al personal que efectuaba el servicio de Bufete (…) por tal motivo no se pudo saber lo que se siguió tratando”.

El 8 de julio, la DFS estimó que la expulsión formal de Scherer como director fue entre “las 11:00 y 16:30 horas (…) ante 800 de los 1300 cooperativistas”.

“Se notó división entre los trabajadores asistentes, ya que un grupo contrario a la destitución propuesta comentaba que estaban siendo presos de movimientos políticos porque el gobierno trata de apoderarse de la empresa”.

Los espías destacan que cerca de las cinco de la tarde Scherer se retiró del periódico “seguido de Manuel Becerra Acosta y 40 trabajadores”, quienes lo “acompañaron al exterior del edificio” y “se dirigieron a la esquina de Paseo de la Reforma y Morelos, donde intercambiaron sus teléfonos particulares a efecto de mantenerse en contacto y realizar una asamblea a las 11:00 horas del día 21 de este mes, en el edificio de la empresa A las 18:20 se despidió del grupo Julio Scherer, abordando un automóvil con placas LGL-502 del estado de México, notándose apesadumbrado y lloroso”.

El sello obsesivo

El nombre de Julio Scherer aparece en los archivos de la DFS desde el 5 de mayo de 1959, según una nota firmada por el teniente coronel Manuel Rangel Escamilla, en la que se informa de sus conversaciones con David Lomelí Contreras, jefe de la Unión Nacional Sinarquista
El fundador de Proceso era entonces reportero del vespertino Últimas Noticias y los agentes de la DFS a cargo de Rangel Escamilla registraban los preparativos de una concentración sinarquista en León, Guanajuato, convocada por Lomelí.

La policía política daría parte también de sus conversaciones con Vicente Lombardo Toledano, y el líder del Partido Acción Nacional, Adolfo Christlieb Ibarrola, en diversos momentos de aquellos años, pero no hay alguna evidencia de que el “asunto” u objetivo principal del espionaje fuera Scherer
Los archivos de la DFS delatan una particular obsesión por el seguimiento al periodista durante el gobierno de Echeverría; el aparato de inteligencia intensificó su vigilancia en los detalles de la vida privada, viajes familiares, propiedades y correspondencia.

Fue en 1966, diez años antes de su expulsión como director de Excélsior, cuando el entonces titular de la DFS, Fernando Gutiérrez Barrios, proporcionó al secretario de Gobernación Echeverría los primeros informes específicos a manera de dossier, donde se retoman reportes aislados de los años anteriores; por ejemplo, en 1965 Scherer estaba “fichado” como defensor de la ideología demócrata cristiana, según el reporte “El movimiento demócrata cristiano en México”, organizado en tarjetas que detallan lo que a juicio de los policías secretos era el mapa de ese movimiento en México y el mundo Ahí también se menciona a periodistas como Manuel Buendía y Miguel Ángel Granados Chapa.

En 1972 Echeverría, ya como presidente, recibía más informes, ahora sobre actividades específicas de Scherer Un oficio firmado por el agente Francisco Limón Correa el 6 de octubre supone una orden precisa en su redacción, donde se lee: “en la Secretaría de Relaciones Exteriores se encontraron los siguientes datos del señor Julio Scherer” Seguido: el número de pasaporte, lugar y fecha de nacimiento, solicitud de viaje y destino.

Las investigaciones de la DFS no disminuyeron luego del llamado “golpe a Excélsior” Siguió la mirada gubernamental en cada movimiento y también en las opiniones críticas que cualquier otro actor hiciera respecto al tema.

Apenas 12 días después de haber dejado la dirección, Scherer visitó a Cuauhtémoc Cárdenas. Siete obsesivas fotografías dieron cuenta de cada paso que dio para llegar a su vehículo al salir del domicilio del ingeniero, y el 29 de julio de 1976 en la UAM Azcapotzalco, con la presencia de 400 estudiantes y maestros –según el cálculo de la DFS–, el editorialista Froylán López Narváez presentó una conferencia titulada “El caso Excélsior”, donde culpó al gobierno de “el golpe” con el que se había destituido a Scherer y a otros cooperativistas.


Los espías del presidente registraron las críticas y hasta las bromas irónicas de López Narváez en Azcapotzalco; “narró varios chistes satirizando la persona del primer mandatario de la nación”, apuntaron en el informe, donde también consignaron citas textuales de sus palabras: “personalmente creo que este ataque fue propiciado y sostenido por el Presidente de la República; no importa que haya en esta sala agentes del gobierno grabando lo que estoy diciendo”.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: REDACCIÓN.