En la región de la Montaña y Costa Chica, en Guerrero, “el Estado usa a estas organizaciones criminales para amedrentar e impedir que las comunidades se organicen”, denuncia Sergio Ocampo, periodista especializado en derechos humanos.
A la manera de la contrainsurgencia de los años setenta, la violencia que padece la Montaña y la Costa Chica de Guerrero es parte de una estrategia del Estado mexicano, en connivencia con el crimen organizado, para infundir terror e impedir que los pueblos rebeldes se organicen, denuncian defensores comunitarios y analistas.