Norma Mendoza López fue la primera mujer mexicana certificada por el Protocolo de Estambul, en 2012. Se confirmó que la mujer sufrió tortura en una prisión en Nuevo Laredo, donde fue encerrada después de que el Ejército Mexicano la acusó de un falso delito.
Durante su estancia en el penal padeció en carne propia la maldad de integrantes de Los Zetas, y palpó la complicidad de las autoridades con los cárteles del narcotráfico, además de la ineficiencia y negligencia del gobierno federal para defender a las víctimas del crimen organizado.