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El teleférico de Puebla, costoso y lleno de corruptelas

Fue concebido como el rostro que presentaría Puebla a la comunidad nacional e internacional cuando al estado llegara por primera vez el Tianguis Turístico, en 2013. Inaugurado con tres años de retraso, se convirtió en el teleférico más costoso de cuantos se han construido en los años recientes en México.

Es una obra que cubre la mitad del trayecto para el que fue concebida, que dañó edificios catalogados y en la que se gastó más del doble de lo presupuestado originalmente en medio del secretismo por parte del gobierno local para divulgar los contratos, financiados en parte con recursos federales.

El teleférico de Puebla, inaugurado el 4 de enero pasado, debió estar listo en marzo de 2013, cuando en esa entidad se realizó el Tianguis Turístico, principal evento de esa industria. El 23 de agosto de 2012, el entonces secretario de infraestructura del gobierno local, Antonio Gali Fayad –después alcalde de la capital poblana y actual candidato del oficialismo al gobierno del estado–, dio a conocer el proyecto de construcción de un medio de transporte que uniría la parte alta del cerro de Loreto con el Barrio del Artista.

Oposición ciudadana

El proyecto original consideró el tendido de una línea de teleférico de 1.89 kilómetros. Para ello serían construidas dos estaciones: la primera junto al Centro Expositor de los Fuertes, y la segunda en la Casa del Torno, en el Barrio del Artista, edificación catalogada que, a la postre, fue dañada por las obras. La oposición de la comunidad del barrio y de varios artistas paró las primeras fases de los trabajos, que fueron convocados por el gobierno al margen del cumplimiento estricto de las disposiciones legales para la licitación de obras, de acuerdo con documentos en poder de La Jornada.

Para llevar a cabo el proyecto, el gobierno de Rafael Moreno Valle celebró dos contratos, por adjudicación directa, con la empresa suiza Bartholet Maschinenbau AG. Ambos documentos están en poder de este diario.

El primero, firmado el 29 de agosto de 2012, lleva el número 01/2012. Es por 6 millones 11 mil 120 francos suizos, equivalentes a 84 millones 336 mil 13 pesos al tipo de cambio de entonces. Este contrato amparaba la construcción de la línea, estaciones y el montaje.

El segundo, firmado el 30 de agosto de 2012, con el número 10/2012, ampara el trazado de la línea y vehículos por un monto de 5 millones 588 mil 880 francos suizos, unos 78 millones 411 mil 986 pesos.

A los dos contratos con la firma suiza el gobierno del estado sumó un tercero, con AyPP Constructores, también por adjudicación directa y relacionado con la construcción de la obra civil asociada al teleférico.

Los contratos con la firma suiza fueron firmados por Bernardo Huerta Couttolenc, secretrario de transportes del gobierno poblano, y Thomas Spiegelberg, como representante de Bartholet Maschinenbau AG.

Información obtenida por este diario de personas que participaron en el proceso de adjudicación y ejecución de esos tres contratos, que suman 277 millones 791 mil 499 pesos, muestra que el gobierno poblano pagó poco más de 90 por ciento a la firma suiza. Pero el proyecto se complicó al punto de que, sobre la marcha, los planes cambiaron.

Las obras se detuvieron en 2013. Ello fue porque el Comité Defensor del Patrimonio Cultural Poblano obtuvo un amparo del juzgado cuarto de distrito, porque no había permiso del Instituto Nacional de Antropología e Historia para el trazado. Durante los trabajos fue demolida la llamada Casa del Torno, construcción del siglo XVII.

Además del daño al patrimonio histórico poblano, y de la oposición que suscitó entre varios colectivos, la obra del teleférico, tal como había sido concebida en su estructura legal por el gobierno de Puebla, enfrentaba varios escollos. Fueron identificados por una revisión que hizo la propia Secretaría de Transportes del gobierno estatal.

La revisión, también en poder de este diario, encontró 11 documentos del expediente técnico con problemáticas. Entre ellas, que la solicitud de autorización de recursos debía ser remplazada porque la fecha de la firma era incorrecta. Para enmendar la falla se proponen algunas soluciones prácticas, como remplazar el documento, para lo cual no se identifica ninguna dificultad, siempre que se pueda obtener el sello original del acuse ‘‘por la delicadeza del tema’’.

La revisión también encuentra que los catálogos de conceptos o el presupuesto de obra no coincide con el contrato, como tampoco lo hace el presupuesto de ejecución.

Adjudicaciones directas

En suma, identifica que los recursos fueron autorizados sin el soporte del proyecto, además de que otros fondos se autorizaron con un concepto equivocado.

Ante tales complicaciones, el procedimiento de la obra fue detenido y, en un giro administrativo, se adjudicó, el mismo teleférico, a otra empresa: Cems Constructora SA de CV, también por una adjudicación directa y por un monto de 166 millones 430 mil 260.44 pesos. En esta segunda contratación, el inicio de la obra fue fechado el 20 de agosto de 2014, para ser culminada en enero de 2015.

De acuerdo con la información en poder de este diario, la obra, bajo la segunda contratación, tuvo un costo de 287 millones 780 mil 18.02 pesos, financiados con recursos federales a través del Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de las Entidades Federativas.

El costo por metro del teleférico poblano fue de 522 mil 164 pesos. Más caro que el de Durango (120 mil pesos por metro); Orizaba (65 mil 212); Chihuahua (89 mil 285), y del estado de México (245 mil 600 pesos por metro).




Fuente: La Jornada
Autor: Roberto González Amador
http://www.jornada.unam.mx/2016/06/01/politica/003n1pol