Con 150 años de historia política en hombros el anarquismo se resiste a morir. La corriente ácrata germinó en la periferia agraria europea (Rusia, Italia, España, Grecia), lo que no le impidió conseguir una presencia marginal en los países industrializados. De la Fraternidad Internacional —fundada por Mijaíl Bakunin en 1865 en Nápoles— a la Guerra Civil española corrió el ciclo de esplendor del anarquismo, pero todavía hoy escuchamos de sus organizaciones y advertimos sus huellas en las bardas, la protesta pública y en esporádicas expresiones violentas. No es ocioso, por tanto, interrogarnos acerca de las causas de su persistencia histórica y de los resortes sociales activados por esta ideología política.