La falta de autonomía económica de las mujeres mexicanas persiste por la exclusión laboral, la falta de ingresos, la precarización de sus condiciones laborales y por la inequitativa distribución de las labores domésticas y de cuidado. Todas las anteriores han existido a lo largo de la historia provocando marginación y discriminación contra las mujeres.
El número de mujeres que laboran en la actualidad es menor al registrado previo a la pandemia de COVID-19, lo cual ha provocado que las brechas de desigualdad laboral se acentúen, al mismo tiempo que muchas de ellas se ven nuevamente confinadas a realizar trabajos de limpieza en el hogar y cuidados no remunerados.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hasta 2021 las mujeres representaron el 52 por ciento de la población en México, con un total de 66.2 millones, pero sólo 45 de cada 100 mujeres en edad de trabajar en México fueron económicamente activas.