Tijuana, 18 de marzo.- “Nada… no ha cambiado nada”, dice María, una campesina del Valle del San Quintín quien el 17 de marzo de 2015 salió junto con miles de jornaleros agrícolas a marchar para exigir mejores condiciones laborales.
Advierte que desde ese día a la fecha solo una cosa es diferente: gana 20 pesos más, pero trabaja casi el doble, aunque sigue peleando por sus prestaciones y la existencia de un sindicato que en verdad los represente y defienda.
“Yo, por ejemplo, tengo tres hijos... mi esposo tiene como siete meses que murió, prácticamente en la lucha. Mis niños se quedan en una estancia, y qué bueno que la tenemos pero ya han pasado accidentes de que se caen o salen lastimados y nadie responde... si antes tenía que llenar 40 botes con fresas, ahora son casi 70 y no me dejan ir hasta que los cumplo… ¿de qué se trata?, ¿para que tanta lucha?”, cuestiona al hacer una reflexión sobre su panorama.
Su caso es igual al de otros 60 mil trabajadores del Valle de San Quintín, quienes después del levantamiento del 17 de marzo cuando bloquearon la carretera Transpeninsular, se confrontaron a las corporaciones policiacas, se deshicieron de la unidad blindada conocida como “el tiburón” para protestar y no han visto cambios en sus vidas o en las de sus familias ni en el resto de los campesinos que viven al sur de Ensenada.
Uno pensaría que es mejor, pero todo es más caro
Luis Benítez es un joven de 19 años, trabaja en el rancho agrícola Los Pinos, de los Rodríguez. Llegó de Oaxaca hace un par de meses porque le prometieron mejores condiciones laborales que derivarían del movimiento jornalero, pero gana 900 o máximo mil pesos por semana –100 más que en su lugar de origen, siempre y cuando trabaje siete días de la semana con una prima dominical–.
“Sí, claro que sí, uno lo reconoce, es mejor aquí que allá en el centro... las casitas están mejores y te dan unos pesos más. Pero con todo lo que pasó y salió en la televisión uno pensaría que aquí uno puede vivir como campesino, pero no, todo es más caro también, las tiendas de raya, los servicios, la verdad a veces quisiera regresarme porque no sé si separarme de mi familia valió la pena, y todavía la gente nos sigue despreciando”, lamenta.
Después de la movilización que inició hace un año, de los bloqueos de la carretera federal y múltiples reuniones con autoridades de los tres órdenes de gobierno, que en al menos dos ocasiones terminaron en enfrentamientos, se acordó un aumento salarial.
Los jornaleros que ganaban 110 pesos diarios exigieron 200, pero obtuvieron 130 y después terminaron por crear tres categorías: de 150 pesos la primera, 165 la segunda y 180 la tercera, pero a la fecha, ningún campesino gana ese monto.
Abuso a mujeres, alta incidencia
El levantamiento jornalero fue escenario para denunciar que el acoso sexual y laboral contra las mujeres por parte de capataces y encargados de los campos es situación recurrente, por lo que el cese a esas prácticas fue uno de sus principales reclamos.
No se ha informado si se aplicaron medidas correctivas, pero mientras tanto la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CBDH) reportó que casi la mitad de las quejas que se han recibido en lo que va del año por abuso a mujeres por su condición de género corresponden precisamente a Ensenada.
La directora del organismo, Melba Adriana Olvera, detalló que en total son 42 quejas de las cuales 33 son por condición de género y 14 se presentaron en Ensenada que rebasa la estadística de Tijuana que tiene mayor población.
Anunció que antes de que concluya marzo instalarán una mesa de seguimiento a las quejas en el sur de Ensenada para hacer un análisis sobre el tipo de abuso contra la población femenina. Al momento se ha detectado que hay abuso sicológico en los campos laborales –acoso laboral o sexual– y el resto tiene que veer con violencia intrafamiliar derivada de condiciones de pobreza, educación y cultura.
Ruptura campesina, surgen dos sindicatos
El organismo que inició con la lucha por los derechos laborales de los campesinos fue la Alianza de Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social que, en ese entonces, la encabezaban 13 voceros. Después de reuniones, pactos y una serie de señalamientos de corrupción entre sí, terminaron por dividirse y crear dos sindicatos, sin que alguno haya obtenido beneficios para los jornaleros.
La primera agrupación en crearse fue liderada por Justino Herrera –ex miembro del movimiento y líder de la comunidad triqui de San Quintín–, quien con apoyo del jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, consiguió el registro del Sindicato Nacional Independiente de Jornaleros Agrícolas y Similares, dirigido ahora por su secretario general Enrique a la Torre.
“Desde nuestra existencia somos casi unos 500 afiliados, más o menos, pero hay un problema… los patrones y rancheros no cumplieron. No hay mejores salarios, no hay más servicios de salud, tampoco prestaciones y lo peor, ni siquiera un mejor trato, estamos por el camino de dialogar pero no de quitar el dedo del renglón porque hay que decirlo, seguimos igual”, advirtió.
Fidel Sánchez es otro líder de los trabajadores que representa al Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros Agríco-las (Sindja), con un registro de alrededor de 40 jornaleros y unos 350 en proceso de “enlistarse”.
“Empezamos juntos y ahora… nos dividieron. Lo lograron. Pero lo que no lograron es pararnos; con ellos o sin ellos seguimos peleando por nuestros derechos, tal vez desde otras trincheras, desde otros sitios y de maneras distintas, pero al final buscamos lo mismo, un alto a tanta explotación, al enriquecimiento de unos y la miseria de otros, de nosotros los campesinos y de nuestros hijos”, aseguró.
Sánchez señaló que la creación de los sindicatos para los trabajadores del campo “es un gran avance” para romper con las organizaciones “charras” que durante décadas fueron testigos de la explotación laboral de sus agremiados y nunca hicieron nada, pero “lo que sí hicieron fue enriquecerse pactando con los empresarios”, sin contemplar las necesidades de los jornaleros.
Los representantes campesinos coincidieron en denunciar que los ranchos agrícolas han emprendido una campaña de presión y amenazas contra sus trabajadores para que permanezcan en los sindicatos afiliados a la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y a la Confederación Regional Obrero Mexicana (CROM), ambos vinculados al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Se unen organizaciones civiles a marchas
El 17 de marzo se cumplió un año de la movilización de campesinos, por lo que activistas y representantes de los trabajadores como Fidel Sánchez y Gloria Gracida, hicieron un llamado para asistir a una marcha que organizan para las primeras horas de ese jueves que partirá del Valle de San Quintín para finalizar en el Faro de Playas de Tijuana.
Su intención es que la caravana termine en el muro que divide a México con Estados Unidos para reunirse con integrantes de organizaciones de Estados Unidos que también luchan en favor de los jornaleros bajacalifornianos.
Entre sus propósitos se encuentran el hacer visible el boicot contra las agroindustrias que operan al sur de Ensenada y que mantienen la explotación de sus trabajadores.
Además de ser hija de padres campesinos, Gracida es maestra y activista. Desde que inició el movimiento ha encabezado la campaña en otros países en contra de la compañía Driscoll's, dedicada a la producción de fresas y que tiene como afiliada a Berrymex en San Quintín, la cual es señalada como una de las agroempresas con peores condiciones laborales.
“Lo único que siempre hemos exigido son nuestros derechos, nada más, ninguna otra cosa que no merezcan o ¿ser campesino significa resignarse a morir de hambre? Hemos buscado replicar el boicot y lo hemos llevado hasta Nueva York, lo hicimos en California y lo haremos en más partes del mundo, la gente tiene que saber que a veces el costo de una canasta de fresas es la vida de un trabajador”, advirtió.
Miembros del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (FIOB) también participarán en la movilización, dijo uno de los representantes en Tijuana, Rogelio E. Méndez, quien además detalló que apoyarán con despensas y diferentes artículos de necesidad para las familias de los campesinos en San Quintín.
“Si bien no somos como tal el movimiento, tenemos que pensar en nuestra gente, Muchos de ellos son hermanos indígenas que vienen del centro del país y que llegan esperando mejores oportunidades, pero al estar aquí se enfrentan a todo, ir y acompañarlos es nuestra forma de decir que aquí estamos, lo hicimos al principio y lo haremos de nuevo”, señaló.
Fuente: La Jornada Baja California
Autora: Gabriela Martínez
http://jornadabc.mx/tijuana/18-03-2016/de-que-se-trata-para-que-tanta-lucha