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Los habitantes de la capital mexicana sufren depresión y ansiedad



Los empleadores y compañeros de Celina la consideran una mujer inteligente y trabajadora. Cada día realiza una gran labor, excepto cuando un episodio de ansiedad o depresión la paraliza y no puede salir de casa. Su padecimiento es reconocido por la psiquiatría como una enfermedad por la que podría pedir incapacidad laboral, pero Celina teme que sus patrones la consideren “loca” y busquen la forma de despedirla. El desempleo agudizaría su trastorno, al dejarla sin recursos para tratarse y sin ocupación que la distraiga.

Celina es una de los habitantes de Ciudad de México que padecen depresión y ansiedad por la inestabilidad económica en el país que dificulta encontrar empleo, las aglomeraciones típicas de la capital y la inseguridad en las calles. No existe una cifra precisa de cuántos capitalinos las padecen porque muchos no se atienden, pero al menos el 40% de las consultas psicológicas y psiquiátricas están relacionadas con trastornos afectivos, indica el doctor Alejandro Córdova, encargado del Programa de Salud Mental local.

Los padecimientos incluidos en los trastornos afectivos son la depresión y la bipolaridad. Los segundos más frecuentes en la capital son los ataques de pánico y ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y los trastornos de adaptación. En tercer lugar están las enfermedades relacionadas con el consumo de sustancias, incluido el alcohol, que pueden derivar en trastorno por consumo perjudicial, síndrome de dependencia o males orgánicos.

La vía de atención para un capitalino con una enfermedad mental inicia en las clínicas y hospitales del Gobierno local o la institución de seguridad social si están afiliados; cuando se requiere hospitalización. Casi todos los casos de atención psicológica o psiquiátrica (alrededor del 70%) son detectados cuando el paciente acude al médico por otro malestar.

“Los trastornos mentales más frecuentes son minimizados por la gente. Se vive un poco el mito de que no son problemas de salud sino que es cuestión de echarle ganas, de debilidad y que hay que fortalecerse. Entonces las personas no buscan la ayuda profesional sino que tratan de sacar adelante el problema (...) para evitar el estigma”, señaló el psiquiatra del Gobierno local.

Incluso quienes reconocen que su problema es emocional o mental, buscan otros apoyos antes que ir al psiquiatra. Córdova cita un diagnóstico sobre la salud mental en México publicado en 2003 —“que todavía es un referente” por la vigencia de esta problemática—, que reveló que tanto los hombres como mujeres acuden primero a un médico general, después a un psicólogo, luego a un auxiliar religioso y por último al servicio de salud especializado.

LA INFANCIA, EL ORIGEN


En la Ciudad de México, alrededor de 30% de las personas que se atienden por trastornos de ansiedad o depresión sufrieron abusos sexuales en la infancia, pero lo confiesan o se vuelven conscientes de ello hasta la adultez, de acuerdo con el encargado del programa de Salud Mental de la capital.

Los trastornos mentales más frecuentes en niños y adolescentes son los depresivos, que en ese caso manifiestan síntomas más claros, como déficit de atención, irritabilidad, impulsividad y ansiedad, según Córdova.

El informe de la OMS refiere que la mayoría de los pacientes psiquiátricos en México son adultos: la población de niños y adolescentes ascendía en 2011 a 27% en unidades ambulatorias y a 6% en hospitales psiquiátricos. "Estas cifras resultan preocupantes si consideramos que la edad de inicio de la mayoría de los trastornos psiquiátricos se encuentra en las primeras décadas de la vida; tal como lo reportó la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica, en la cual, se señala que el 50% de los trastornos mentales inician antes de los 21 años de edad", puntualiza el informe.

Sin embargo, la sociedad no es la única que resta importancia a estas enfermedades: el encargado de la Salud Mental en Ciudad de México refiere que el presupuesto otorgado a este rubro es de alrededor del 3% del total asignado para Salud en todo el país, que a su vez asciende a un 6% del PIB nacional, lo que resulta en un estimado de 2,3 millones de dólares para salud mental.

Un informe de 2011 de la Organización Mundial de la Salud sobre el Sistema de Salud Mental en México advierte de los ínfimos recursos humanos que el país destina a estos pacientes: en ese año, por cada 100.000 habitantes había 1.6 psiquiatras, 1 médico, 3 enfermeras, 1 psicólogo, 0.53 trabajadores sociales, 0.19 terapeutas y 2 profesionales/técnicos de salud. "Estos recursos son insuficientes, mal distribuidos y la mayoría de ellos están concentrados en los hospitales psiquiátricos", señala el reporte.

En el caso de la capital, los trastornos que han crecido de manera notable en las últimas décadas son la depresión y el intento de suicidio. De acuerdo con el doctor Córdova, entre 1990 y 2012 se duplicó la tasa de estos eventos, pasando de 2,2 por cada 100.000 habitantes a 4,7.





Fuente: El País Internacional
Autora: Claudia Altamirano
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/05/19/mexico/1463694433_057631.html


México, el país con mayor estrés laboral, según la OMS


Aceptar la liquidación o ser transferida a otra área: para Vanesa esas opciones se traducían en quedar libre o continuar en la agonía de un empleo estresante en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Atender a pasajeros furiosos por perder su vuelo o a quienes alardeaban de influencias para evitar trámites no fue dilema ante la oportunidad de dejar ese puesto.

A principios de este año la aerolínea para la que trabajó 11 años cerró el departamento de atención a clientes y abrió franquicias para delegar esa función. Le dieron a elegir y sin pensarlo aceptó irse. Cada día era más difícil lidiar con gente grosera; fue casi un alivio para mí, relató Vanesa en entrevista.

Siempre se habla de los infortunios de los pasajeros, pérdidas de maletas, sobreventa de vuelos... Algunos pasan por muchas dificultades y los empleados los contenemos y arreglamos el problema, pese a su actitud descortés. Eso queda oculto, lamentó esta madre de familia de 42 años.

México es el país con mayor estrés laboral, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es una enfermedad sicosocial muy difícil de medir, pues se observan sus consecuencias con infecciones, alergias, migrañas o trastornos del sueño, pero difícilmente se dirá de manera oficial es por estrés y eso amerita tomar días de incapacidad, explicó Érika Villavicencio Ayub, de la Facultad de Sicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Cada quien somatiza el padecimiento de diferente forma y algunos tienen mayor nivel de resistencia. Malhumor, baja productividad, pocos deseos de socializar o ansiedad son algunas de las manifestaciones, añadió la especialista. Si no se atiende, alertó, puede pasar al síndrome de burnout o trabajador desgastado, cuandoliteralmente están quemados por estar expuestos a estrés constante.

En 2015 más de 37 millones de viajeros fueron atendidos en las dos terminales del AICM, en promedio más de 100 mil cada día, de acuerdo con autoridades aeroportuarias. En total operan 26 aerolíneas. Las empresas contribuyen a que (los clientes) nos traten mal, denunció Vanesa. Algunas cierran los vuelos cinco minutos antes, así que los pasajeros no pueden abordar y tienen que pagar por el cambio de boleto. Con toda razón llegan exaltados con nosotros, pero si no hacemos el cobro nos lo descuentan del salario, afirmó.

Otros están angustiados porque van con retraso, no alcanzan el avión y eso los frustra. Algunos no quieren desembolsar por servicios justos, como una señora que se enojó porque debía comprar el boleto para su hijo. Los que tienen mejor nivel económico son más altaneros.

Para Villavicencio los trabajadores no dejan el empleo. Abandonan a jefes que no cuidaron su talento, no supieron ayudarlos a desarrollarse y crear un ambiente en el que las dificultades cotidianas del puesto no fueran una carga insostenible. Hay una escasez de buenos líderes.

No todo fue negativo para Vanesa. En una ocasión atendió a una mujer y a su hijo que perdieron el vuelo, venían a la Ciudad de México desde Chihuahua para que el pequeño recibiera tratamiento médico y eso los demoró. No dudó en asumir el costo.No tenían dinero, contó a pausas, el recordarlo la hizo llorar.

Ahora puso una cafetería cerca del aeropuerto. Aquí puedo tener a mi hijo de nueve años; allá, ni soñarlo. Además puedo dar opciones a los clientes si algo no les gustó.



Fuente: La Jornada
Autora: Blanca Juárez
http://www.jornada.unam.mx/2016/05/08/sociedad/029n2soc