Hace unos meses una coralillo, esa temida culebra venenosa de las sierras mexicanas, se metió en plena clase al salón de tercero en la telesecundaria de Tuxpan de Bolaños, una de las principales comunidades wixaritari (huicholas) del norte de Jalisco.
La serpiente entró por uno de varios agujeros, entre el piso y la pared, junto al pizarrón. Todos nos tuvimos que echar para atrás, es algo de lo que nos reÃmos ahora, pero a todos nos asustó, cuenta MarÃa, una de las estudiantes, quien dice que terminaron echando a escobazos al reptil.
En realidad, la inesperada irrupción del animal es lo de menos en una escuela donde los alumnos tienen que salir a hacer sus necesidades fisiológicas al monte, o donde la joven directora, MarÃa Montserrat López Pedroza, admite que el rendimiento escolar es casi nulo por el hambre permanente de los menores.
Es lo de menos también para los alumnos. Casi 50 por ciento falta a clases, sobre todo entre los meses de octubre y abril, periodo dedicado a la plantación, cultivo y rayado de la amapola.
No muy lejos de esa telesecundaria, un profesor con 30 años de experiencia, ya jubila-do, quien pide el anonimato, explica que el problema del ausentismo por la labor en las plantaciones de amapola no es nuevo, data de hace 10 años.
Los maestros no podemos hacer nada, el hambre está siempre presente y los muchachos tienen que ayudar a sus padres, buscarle para llevar algo de comida a sus casas. Es comer o morirse de hambre, subraya.
Un indÃgena de 12 años, del albergue ubicado en la primaria de Tuxpan de Bolaños, quien parece de ocho por su estatura y complexión, afirma que durante la época de rayado y cosecha de la adormidera varias camionetas pasan por las comunidades recogiendo niños, jóvenes, hombres, a quienes ofrecen de 150 a 200 pesos diarios de salario.
Acopio de mano de obra
Se reúne asà la mano de obra que luego es desperdigada por cerros y hondonadas en los campos amapoleros que, por lo general, siempre están cercanos a algún cuerpo de agua.
Es tan habitual esta labor para los huicholes, que muchas madres suelen preparar un refrigerio –tortillas de maÃz morado, frijoles y a veces huevos cocidos– para que sus hijos puedan comer durante la larga faena.
Los indÃgenas tienen miedo de hablar. Pero hay coincidencia en los testimonios que afirman que el cártel Jalisco Nueva Generación es el que fomenta la compra de la goma de opio, el que renta tierras para esos sembradÃos y el que la trafica.
Llegar hasta aquà en un vehÃculo hecho para la ciudad es un prodigio. Pero a 2 mil 440 metros sobre el nivel del mar, en la sierra del norte de Jalisco, entre Mezquitic y Bolaños, la pequeña camioneta rodada 13, que ha serpenteado durante horas en brechas y caminos de tierra, sigue la ruta sin problemas hasta contactar a un guÃa wixárica.
El camino hacia el ejido Los Amoles, una serranÃa de elevados pinos en Mezquitic, es para dar con otro huichol, un adulto mayor empolvado, que usa sombrero vaquero y se cubre del frÃo con una larga chamarra.
Una visita secreta
“El Chapo (JoaquÃn Guzmán Loera) estuvo aquÃ. TenÃa poco que se habÃa fugado (en 2001 de Puente Grande, Jalisco). Llegó a esta sierra y estuvo con nosotros, que si le dábamos chance de vivir por ahà en un cerro donde hizo un campamento con su gente. A mà me tocó saludarlo”, relata.
Sin aspavientos, el anciano parece sincero, a pesar de las dudas que genera recordar que en ese entonces el lÃder del cártel de Sinaloa era el segundo hombre más buscado del planeta, sólo debajo de Osama Bin Laden.
Y es que los cerros de los Amoles y de la vecina comunidad wixárica Carlos Rivera Aceves son remotos, pero no inaccesibles, ni entonces ni ahora.
“Al final de cuentas nos invitó a una comida, que para saludarnos. Nos mandó pedir que por favor nos vistiéramos de huicholes. Él nos dijo: ‘voy a estar aquà ocho dÃas porque he estado trabajando dÃa y noche, necesito descansar’”, narra el lugareño.
Lo dejaron y se quedó en el cerro, bien vigilado, bien protegido, mucha gente traÃa, allá en el cerro de la Corta habÃa dos personas y allá en el crucero otras más, es que nomás hay dos entradas para llegar aquÃ, además de que tenÃa también gente en Puente de Camotlán (Nayarit). Él estaba en el centro de toda esa vigilancia.
El viento es frÃo pero tan puro entre los árboles tupidos que se siente cuando se mete en los pulmones; el indÃgena toma aire y un poco de confianza, no mucha porque a cada pregunta retrocede un paso. Prosigue:
“Uno de esos dÃas El Chapo llegó hasta la (Carlos) Rivera Aceves y le dio tanta lástima ver la pobreza de los niños que iban a la escuela, que los formó y comenzó a repartir 200 pesos a cada uno”.
Su relato, coincidente con otros testimonios de huicholes de la zona que recuerdan el episodio de la escuela, es que Guzmán Loera se instaló en un campamento con tienda de campaña en lo más intrincado del bosque y que en esos ocho dÃas tuvo varios encuentros tratando de convencerlos de que lo dejaran quedarse en el sitio a cambio de pavimentar y construir viviendas.
Una oferta tentadora en la región más pobre de Jalisco, donde casi 80 por ciento de la población vive con serias carencias económicas y alimentarias, según datos del Instituto Nacional de EstadÃstica y GeografÃa.
QuerÃa que fuéramos a San Sebastián Teponahuaxtlán para hablar con las autoridades (wixáricas); nosotros no querÃamos porque sabÃamos que luego nos iba a traer problemas y yo le dije que si querÃa bajar que él lo hiciera, pero no lo hizo, recuerda el indÃgena.
Bajo fuego
Le gustaba estar aquÃ, con nosotros, que porque es una zona apartada y eso le convenÃa; nos dijo que habÃa visto que vivÃamos con muchas necesidades, pero que él les ayudarÃa.
Durante ocho dÃas de 2001, los huicholes fueron asolados por LosZetas, grupo criminal que entonces controlaba el trasiego de mariguana desde Nayarit hasta Zacatecas pasando por la sierra del norte jalisciense.
Por la vigilancia extrema que habÃa en Los Amoles, los miembros de esa organización delictiva, se percataron que por ahà andaba algún adversario poderoso.
“Levantaron y desaparecieron a varios huicholes, pero ninguno habló.El Chapo se dio cuenta de lo que pasaba y prefirió retirarse para no causar más problemas. Un dÃa vino uno de su gente a despedirse; agradeció en nombre de su patrón, dijo que estuvieron a gusto y se fueron”, rememora el entrevistado.
La violencia en esta zona limÃtrofe entre Nayarit, Jalisco y Zacatecas se intensificó después de la visita secreta de El Chapo en 2001 y continuó hasta 2010, cuando el cártel de Sinaloa, por conducto de sus aliados en Jalisco, logró el dominio territorial.
Cárteles asociados
Hoy, según algunos lugareños, la asociación entre los cárteles Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa, se puede constatar con el control que mantienen en Tuxpan de Bolaños y San MartÃn de Bolaños.
De alguna manera, JoaquÃn Guzmán, quien estuvo prófugo hasta 2014, cuando fue recapturado, abrió el camino para la reconversión de cultivos de enervantes en el territorio huichol.
Desde su visita los plantÃos de amapola comenzaron a sustituir a los de mariguana, en coincidencia con el creciente mercado de consumo de heroÃna en Estados Unidos y el papel de principal exportador del cártelsinaloense.
Para llegar a los campos amapoleros hay que caminar por senderos, subir y bajar hondonadas, trepar el cerro entre rocas lisas y enormes, hasta llegar a un predio donde se yerguen densas como suricatas miles de plantas ya cosechadas, con cicatrices en los bulbos que tienen hasta cinco navajazos por los cuales fue drenada la goma de opio.
Es una plantación de 250 metros cuadrados, junto a un hilo de agua que escurre desde cerro arriba. Una entre docenas, destaca el joven que ahora va de guÃa.
Cultivadores de amapola coinciden en señalar que la goma se las compra gente del cártel Jalisco Nueva Generación, que después la envÃa al de Sinaloa para convertirla en heroÃna y luego enviarla a Estados Unidos.
Fuente: La Jornada
Autor: Juan Carlos G. Partida
http://www.jornada.unam.mx/2016/06/13/estados/029n1est