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lunes, 9 de abril de 2018

Adolescentes: la nueva jugada del narco para traficar fentanilo a EU

Por primera vez, autoridades norteamericanas detectan el uso de adolescentes para el contrabando de fentanilo por la frontera, una droga 50 veces más potente que la heroína. Los cárteles reclutan en redes sociales, escuelas, transporte público e incluso en los cruces fronterizos, a jóvenes de 15, 16 y 17 años para adherirles paquetes de esta droga en la espalda. A cada uno se le confían hasta 150 mil dólares en enervantes, pero solo les pagan 500 dólares por cruce

Es 29 de marzo y una adolescente de 17 años de edad conduce un llamativo Volkswagen Beetle 2016 rojo en la Garita de San Ysidro, entre Tijuana y San Diego. En espera de llegar con el agente aduanal estadounidense, se encuentra en uno de los carriles del programa SENTRI para viajeros confiables que les permite cruzar hacia Estados Unidos en una fracción del tiempo que al resto de los usuarios.

jueves, 18 de enero de 2018

Infancia ocupada: crecer en Palestina

La imagen de Ahed desafiando a efectivos del ejército israelí recorre el mundo y golpea en el orgullo de la ocupación israelí. Por un lado, porque referentes políticos y formadores de opinión gustan jactarse de la superioridad de sus fuerzas armadas, la fuerza por la que conquistan el derecho de los ocupantes. No pueden dejar pasar que una niña ponga en entredicho la imponente autoridad de los conquistadores.

sábado, 13 de enero de 2018

En México existen 2.6 millones de niños que trabajan

Se estima que en el mundo existen alrededor de 215 millones de niños, de estos 115 millones están sometidos a trabajos forzosos en condiciones riesgosas

Desde tiempos de la Conquista han existido niños abandonados que han luchado por sobrevivir, algunos de ellos fueron esclavizados para trabajar. En la actualidad, a nivel mundial la situación no ha cambiado y varios pequeños viven en condiciones muy similares.

jueves, 4 de enero de 2018

Cuba logra su más baja tasa de mortalidad infantil: 4,0

Si decimos que por décimo año consecutivo Cuba mantiene su tasa de mortalidad infantil por debajo de cinco por cada mil nacidos vivos, ya es razón suficiente para festejar.

Pero saber que los motivos van más allá, constatar que el país alcanzó al cierre del 2017 la tasa de mortalidad infantil más baja de su historia, con 4,0 por cada mil nacidos vivos, es extraordinario.

sábado, 30 de diciembre de 2017

Menores de 5 años y adultos mayores, los más vulnerables ante infecciones respiratorias en época invernal

Los menores de 5 años y las personas mayores de 60 son las más vulnerables ante las infecciones respiratorias de tipo viral en época de invierno, según la pediatra María del Carmen Espinosa.

La especialista, adscrita al Hospital General de México Dr. Eduardo Liceaga, destacó en un comunicado que las infecciones que más se presentan son faringitis y rinofaringitis, causadas por el rinovirus, coronavirus y virus sincicial respiratorio (VSR).

domingo, 18 de junio de 2017

Sicarios asesinan a una familia en Chihuahua; un niño de tres años, entre los muertos

La violencia no cesa en el estado de Chihuahua y hoy a mediodía asesinaron a un niño de tres años y tres adultos, luego que sujetos les dispararon cuando circulaban por el exterior del Centro de Desarrollo Integral Policial (que es destinado a la Policía Municipal y Bomberos).

El atentado ocurrió en la colonia Villas del Rey, al norte de la ciudad, donde otra persona resultó herida, de acuerdo con información de la Fiscalía General del Estado.

Al lugar llegaron elementos de la Policía Estatal y de Seguridad Púbica Municipal, así como agentes ministeriales, quienes se hicieron cargo de la investigación.

viernes, 16 de junio de 2017

Secundaria pública en Ecatepec ofrece mil 900 pesos para “reparar” muerte de alumno buleado

Con mil 900 pesos, autoridades de la Escuela Secundaria Técnica “Mario Molina Enríquez”, en Ecatepec, buscaron el perdón por parte de la familia de Etson Aarón López Gómez, de 12 años, quien murió a causa de una caída que habría sido provocada por sus compañeros en ese plantel.

Juan Espitia Flores, director de la secundaria, ubicada en calle Cerrada Pánuco, colonia La Presa, ofreció esa suma de dinero a la familia ante el fallecimiento del menor, cuya caída se registró el 7 de junio.

De acuerdo a información de Denuncia Ecatepec, el niño solicitó al maestro salir al baño y no regresó al aula. Una compañera vio a Etson tirado, por lo que dio aviso a la orientadora, quien a su vez, se comunicó con la madre del menor.

lunes, 20 de febrero de 2017

Desnutrido, uno de cada 8 niños menores de 5 años en México

Al menos uno de cada ocho niños mexicanos menores de cinco años de edad, 1.4 millones aproximadamente, tienen desnutrición crónica, reveló la Encuesta de Niños, Niñas y Mujeres (ENIM) 2015. El promedio nacional de esta condición que se origina por la carencia de alimentación adecuada o por tener enfermedades recurrentes o crónicas, es de 12.7 por ciento, pero en el sur del país se eleva a casi 17 por ciento de los infantes.

Otro hallazgo de la encuesta es el descenso de la obesidad casi a la mitad en ese grupo de edad, pues pasó de 9.7 por ciento detectado en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2012 a 5.2 por ciento en 2015.

El estudio, realizado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y financiado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), exploró la situación de los menores de edad y las mujeres en diferentes temas, entre ellos el VIH/sida, y encontró que la población femenina sigue siendo vulnerable a la transmisión de la enfermedad.

Aunque 96 por ciento de las mujeres de 15 a 49 años han oído hablar del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (Sida), sólo 31 por ciento de las que tienen de 15 a 24 años identificaron dos formas de prevenir la transmisión sexual del virus; es decir, el uso del condón y mantener relaciones sexuales con una pareja fiel y no infectada.

Poco menos de una tercera parte rechazó las concepciones erróneas más comunes sobre la transmisión del VIH. Estuvieron de acuerdo con que la infección no se transmite por la picadura de un mosquito ni por compartir comida con una persona que vive con VIH/sida.

Otro dato que revela la vulnerabilidad de las mujeres a la epidemia es que únicamente 18 por ciento de las mujeres jóvenes (15 a 24 años) sexualmente activas se hicieron la prueba de detección en el último año y conocen el resultado.

También está latente el riesgo de transmisión del VIH de madre a hijo porque más de 40 por ciento de quienes dieron a luz en los dos años previos a la encuesta dijeron que en la atención prenatal recibieron información, aceptaron realizarse la prueba de detección del virus y recibieron el resultado.

Respecto a la desnutrición crónica que persiste en los niños menores de cinco años, información oficial resalta mejoría en el indicador, pero desde hace por lo menos una década se ha mantenido la cantidad de infantes que tienen baja talla para la edad. Son alrededor de 1.4 millones de individuos, a los que se suman casi 300 mil en condición severa de desnutrición.

La baja talla para la edad de los niños en las zonas rurales (18.9 por ciento) es mayor respecto de los que viven en áreas urbanas (10.2 por ciento). De igual forma, en la zona sur del país esta deficiencia está presente en 16.7 por ciento de los infantes, mientras que en el noroeste 8.5 por ciento presentan esta deficiencia; en el noreste, 11.4; centro, 12.5; ciudad de México y estado de México, 12 por ciento.

La ENIM llama la atención respecto a que 32.3 por ciento de los niños con desnutrición crónica tienen entre uno y dos años, lo cual es previsible y está relacionado con la edad a la que muchos niños dejan de ser amamantados y están expuestos a la contaminación del agua, de los alimentos y el ambiente.

En cuanto a la obesidad, la ENIM 2015 resalta que 5.2 por ciento de los niños menores de cinco años de edad son obesos, lo que implica una disminución de 47 por ciento respecto a los datos de 2012.

Nuevamente la zona sur se distingue por estar encima del promedio nacional, con 7.3 por ciento de ese sector de la población con obesidad. En la región noroeste, los niños obesos representan 5.2 porciento; noreste, 4.1; centro, 5.6; y ciudad de México y estado de México, 3.7 por ciento.





Fuente: La Jornada
Autora: Ángeles Cruz Martínez
http://www.jornada.unam.mx/2017/02/20/sociedad/036n1soc

domingo, 19 de febrero de 2017

Encuentran a estudiante desaparecida de Ecatepec, amarrada y en mal estado de salud

Ecatepec, Méx.- Hallaron a una estudiante que estaba en calidad de desaparecida en Xochimilco, Ciudad de México. Maniatada y en mal estado de salud, la joven Rebeka Montserrat Mendoza Villegas, desapareció el pasado Miércoles después de salir de su domicilio en la zona de Jardines de Morelos y con rumbo a Las Américas dentro de la zona de Ecatepec en el Estado de México.

Minutos antes de la media noche fue cuando la hallaron, con ayuda de un comerciante dedicado a la venta de plantas, salía de trabajar y al pasar por la calle de Manantiales, cerca de la carretera Xochimilco-Tuyehualco, la encontró atada de manos y con el rostro cubierto dio parte a las autoridades.

Al lugar arribaron elementos policiacos de la SSP de la CDMX, quienes trasladaron a la joven a la Agencia del Ministerio Público XOC-2, donde dieron parte a los familiares de la menor de edad, quienes notificaron que había sido reportada como desaparecida desde el 15 de Febrero cerca de las 11 de la mañana.

La madre de la victima, de nombre Araceli, quien es policía de transito del municipio de Ecatepec, acudió a las instalaciones del Ministerio Público, donde vio a su hija en mal estado y siendo revisada por el médico legista.

En la mañana del día de hoy se trasladaron al Ministerio Público de San Cristobal Ecatepec, para rendir declaraciones de los hechos, e iniciar las investigaciones correspondientes y dar con los responsables del rapto de la menor, que aún se encuentra en observación.

La madre, quien es voluntario de la Cruz Roja Mexicana, comentó que su hija se encuentra mal de salud, y omitió dar detalle sobre su caso para no entorpecer con las investigaciones, y logren detener a los que la privaron de su libertad, además de haberle hecho daño.

*Con información de A Fondo Estado de México.

Muere otro niño con cáncer que recibió quimio con fármacos inapropiados en Guerrero

Un menor que padecía cáncer (leucemia) y recibió quimioterapia con fármacos genéricos inapropiados en el Instituto Estatal de Cancerología Dr. Arturo Beltrán (Iecan), falleció esta mañana por intoxicación en el polémico hospital de alta especialidad ubicado en el puerto de Acapulco.

Este es el segundo caso registrado oficialmente, luego de que Proceso dio a conocer a finales de enero que el gobierno de Héctor Astudillo Flores decidió ocultar la muerte de un menor registrada en agosto pasado por intoxicación de Methotrexate en el nosocomio donde el director general Jorge Eblem Azar Silvera y el director administrativo Nelson Rodríguez Cisneros decidieron sustituir medicamentos de patente por genéricos no aptos para  la aplicación de quimioterapias.

Ello a pesar de que los médicos especialistas del Iecan advirtieron desde hace cinco meses que los fármacos genéricos que sustituyeron a los medicamentos de patente habían provocado cuadros de “intoxicación con riesgo de muerte” en niños y mujeres que padecen cáncer y calificaron como “una irresponsabilidad administrativa” el hecho de sustituir laboratorios reconocidos por otras empresas de nueva creación.

La segunda víctima fue identificada como Francisco Evangelista del Carmen, de 10 años, a quien hace cinco años se le diagnosticó leucemia y recibió tratamiento oncológico entre julio y agosto pasado con medicamento que no cumple con los estándares de calidad –como “estudios de bioequivalencia, farmacocinética y eficacia”– en la aplicación de quimioterapias, indican reportes oficiales consultados por Proceso.

Los informes oficiales refieren que el menor conocido como Panchito falleció este domingo a las 07:00 horas en la sala pediátrica del Iecan, donde fue atendido por la médico general Evelyn Morales, quien a pesar de no tener la especialidad de oncología como lo marca la normatividad, se encarga del cuidado y diagnóstico de pacientes durante el fin de semana en el supuesto hospital de alta especialidad ubicado en el puerto de Acapulco.

Fuentes cercanas a los familiares informaron a Proceso que a finales del año pasado los padres decidieron sacar a Panchito del hospital porque los médicos pretendían amputarle una pierna debido a que estaba presentando graves efectos secundarios tras la aplicación de quimioterapia durante julio y agosto.

No obstante, los especialistas nunca informaron a los padres que el tratamiento oncológico que le fue aplicado a su hijo estaba basado en fármacos genéricos en lugar de medicamentos de patente y nunca les dieron otra alternativa para atender al menor, indicaron las víctimas consultadas.

Ante la falta de recursos de sus padres, Panchito estuvo convaleciendo sin ayuda médica, asistencia social, ni esperanza de recuperación en su domicilio ubicado en la zona conurbada del puerto de Acapulco, franja considerada como la más violenta y marginada del principal destino turístico de la entidad.

No obstante, esta madrugada la condición de salud de Panchito se agravó y sus padres decidieron trasladarlo al Iecan donde finalmente falleció por la mañana por complicaciones derivadas del tratamiento de quimioterapia con fármacos no aptos que recibió entre julio y agosto pasado.

El drama de estos padres, que por falta de recursos no pudieron darle mejor atención médica a su hijo que padecía cáncer, contrasta con el despilfarro y opulencia del gobernador Astudillo, sus funcionarios y la clase política de esta entidad colapsada por la miseria, corrupción y narcoviolencia como lo ha documentado Proceso en los últimos días.

Además, el mandatario ha asumido una actitud de indiferencia ante la muerte de menores por intoxicación de Methotrexate y asumió la defensa de los directivos del Iecan a pesar de que este caso exhibió graves irregularidades administrativas, como la opacidad en la adjudicación de contratos a laboratorios privados y la falta de médicos con especialidad en oncología que laboran en el nosocomio considerado de alta especialidad.

El pasado jueves 9, Astudillo dijo en un discurso que la sociedad “debería sentirse orgullosa” de tener acceso al hospital, aunque reconoció públicamente que el nosocomio presenta “problemas, deficiencias y carencias” en la atención.

Por su parte, los padres de otro menor que falleció en agosto pasado por intoxicación de Methotrexate interpusieron una denuncia penal a principios de este mes contra el gobierno de Astudillo y personal médico y administrativo del hospital de alta especialidad, por los delitos de “homicidio, suministro de medicamento inadecuado y violación a la convención de los derechos humanos de la infancia”.





Fuente: Proceso
Autor: Ezequiel Flores Contreras
http://www.proceso.com.mx/475029/muere-nino-cancer-recibio-quimio-farmacos-inapropiados-en-guerrero

sábado, 4 de febrero de 2017

Apedrean combi de pasajeros en Coacalco, EdoMéx y niño de 4 años resulta herido en la cabeza

Coacalco, Méx.- Un niño de 4 años resultó herido en la cabeza cuando una combi de pasajeros fue agredida a pedradas pos desconocidos en el trayecto de Coacalco a Santa Anita.

De acuerdo con testimonios de pasajeros de la unidad atacada, ayer por la noche, alrededor de las 21:20 horas varias personas bordaron una unidad de transporte público en la base de Eje 8 en el municipio de Coacalco.

En la unidad viajaba una señora que llevaba un pequeño de aproximadamente 4 años que iba comiendo unos esquites. Sin embargo, de pronto un ruido fuerte se escuchó y los pasajeros se percataron que  desde afuera alguien arrojó una bolsa con piedras que entró por la ventana de la camioneta.

Después del susto todos los pasajeros preguntaban si todos estaban bien y se percataron que el niño de 4 años estaba sangrando mucho de la cabeza, por lo que le pidieron al chofer que se detuviera para llamar una patrulla pero no lo hizo.

“Todos le dijimos que llevara a la señora a la Cruz Roja pero no hizo caso, solo accedió a dejarla en un sitio de taxis que esta en Soriana de eje 3, un muchacho se bajó con la señora y la acompañó para que le dieran asistencia médica al pequeño”, señaló una testigo.

Los usuarios señalaron que la unidad en que viajaban era pirata, ya que el chofer no contaba con ninguna identificación ni placas oficiales, sólo identificaron que la unidad pertenece a la ruta 13 de Junio con número económico 531.





Fuente: Denuncia Ecatepec
Autor: Redacción
http://denunciaecatepec.com/noticias-ecatepec/apedrean-combi-de-pasajeros-y-nino-de-4-anos-resulta-herido-en-la-cabeza/

viernes, 3 de febrero de 2017

Adolescentes de Escuela Secundaria en Ecatepec agreden a una menor. Directivos 'se lavan las manos'

Múltiples golpes y lesiones sufrió una niña de 13 años al interior de la escuela secundaria Tenochtitlan, ubicada en avenida Industrias Ecatepec, en la colonia Río de Luz, luego de ser golpeada por varios estudiantes, entre ellos dos hombres.

La menor de identidad reservada acudió el pasado 2 de febrero, como cualquier día, a clases, pero en el transcurso del turno matutino, fue golpeada por un grupo de adolescentes dentro de la escuela, los cuales le propinaron cachetadas, golpes y patadas.

La menor sufrió varios golpes y lesiones, como esguince cervical y contusión facial, hechos que no fueron reportados por el director José Luis Sánchez Adonagui, ni por la subdirectora María Santos Sánchez Medina, hasta que la madre acudió por sus propios medios al plantel.

Afirmaron que el director evadió el tema e ignoró a los padres de familia, mismos que procedieron ante instancias legales, sin embargo, los responsables, también de identidad reservada, continúan sin sanción alguna a pesar de que la menor tuvo que recibir atención hospitalaria y está medicada.

A través del portal de Denuncia Ecatepec le piden a los padres que tengan cuidado con sus hijos, ya que al parecer dentro del plantel predomina la impunidad y la incompetencia de los directivos, mismos que ignoran los hechos y se convierten en cómplices sin que se dé una explicación del porqué de las negativas a los padres.

Asimismo, invitan a los padres y tutores a hablar con sus hijos para detectar cualquier comportamiento irregular que pueda ocasionar problemas posteriores.





Fuente: Denuncia Ecatepec
Autor: Paco
http://denunciaecatepec.com/noticias-ecatepec/adolescentes-dan-golpiza-a-nina-dentro-de-secundaria-y-los-directivos-se-lavan-las-manos/

domingo, 29 de enero de 2017

Los niños de hoy ya nacieron en un país violento, en guerra, y sin instituciones que vean por ellos

El pasado 18 de enero Federico, de 15 años de edad, abrió fuego en su salón de clases en un colegio de Monterrey e hirió a su maestra y tres de sus compañeros. Luego, él se disparó en la cabeza y finalmente murió en un hospital. Como él, coincidieron especialistas, muchos otros han estado años expuestos a la violencia que se vive en el país. En Nuevo León, por ejemplo, los asesinatos comenzaron a despuntar a partir de 2010, cuando estos crímenes se triplicaron con respecto al año anterior y pasaron de 267 en 2009 a 828 al año siguiente y, en 2011, a más de dos mil casos.

Especialistas en juventud y justicia, en entrevista con SinEmbargo, coincidieron en que, si bien es complejo determinar qué detono este crimen, sí evidenció las carencias de las instituciones que deberían detectar conductas de riesgo o problemas de salud mental, así como prevenir y castigar la violencia.

Ciudad de México, 29 de enero (SinEmbargo).– En mayo de 2011, cuando Nuevo León vivía el mes más violento de su historia, un video grabado en un salón de clases de la ciudad de Monterrey se convirtió en “viral”. Mostraba a varios niños contra el suelo mientras la voz de una maestra los consuela y, desde el exterior, se escuchan las detonaciones de una metralleta.

Nashieli Ramírez Hernández, coordinadora de la organización Ririki Intervención Social, dice haberse remitido a esa imagen luego del ataque armado cometido el pasado 18 de enero por un adolescente en un salón de clases de una escuela también ubicada en Monterrey y que dejó cuatro personas heridas.

“Creo que los efectos en algunos niños son mayores o menores, dependiendo de cuestiones muy particulares, pero el entorno de violencia que muchos de estos niños han vivido desde que nacieron, o desde muy pequeños, tiene un alto impacto en sus comportamientos”, dice Ramírez.
“Hace unos años se le dio un premio a una maestra de jardín de niños por haber protegido a sus alumnos. Es esa generación la que está por entrar a la secundaria, y nunca nos hemos detenido a pensar qué estamos haciendo con relación a los efectos”, agrega.
El crimen cometido por el adolescente en el Colegio Americano del Noreste fue captado por una cámara de seguridad, en cuyo registro se le observa apartado del resto y, desde su silla, iniciar una serie de disparos a corta distancia contra tres compañeros y la maestra.

El menor, que al final del ataque se suicida, fue identificado como Federico Guevara, de 15 años y, de acuerdo con los reportes de prensa, víctima de acoso escolar en diferentes colegios.
“Uno de sus compañeros de clase lo recuerda como un buen niño y le cuesta mucho entender lo que hizo: ‘Fueron las malas influencias, porque el Fede que yo conocí no hubiera hecho eso”, reportó este medio.
Especialistas en juventud y justicia coinciden en que, si bien es complejo determinar qué detono este crimen, sí muestra las carencias de las instituciones que deberían detectar conductas de riesgo o problemas de salud mental, así como prevenir y castigar la violencia.

“La violencia se empieza a normalizar en el entorno”, dice Paulina Sánchez Román, autora de Justicia para Adolescentes en México, publicado en 2016 por el Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC).

“[La violencia] Empieza a ser más común y ahora tienen que ser más violentas las conductas para que generen mayor conmoción y atención. Otro factor importante es la impunidad, en la que parece que estas conductas pocas veces tienen castigo, quedan sin consecuencias, y claro que eso va creando en el imaginario colectivo la idea de que no es tan grave ni es valiosa la vida humana ni la Ley”, agrega Sánchez.

El pasado 18 de enero un adolescente abrió fuego en un salón de clases de una escuela ubicada en Monterrey. Dejó cuatro heridos y él se suicidó. Foto: Cuartoscuro

GUERRA Y JUVENTUD

Diversas fuentes han advertido el peso que la exposición a la violencia y la impunidad tienen en la reproducción de otras formas de agresión, sobre todo en menores de edad.
“Muchas de las teorías que explican el comportamiento delictivo juvenil, como las del aprendizaje social, la frustración, la asociación cognitiva o la de la desorganización social, así como la evidencia empírica con la que se cuenta, permiten sostener que las guerras producen un legado de violencia en la postguerra, particularmente entre los jóvenes”, dice el informe especial “Adolescentes, vulnerabilidad y violencia”, difundido este mes por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Este vínculo entre entorno violento y comportamientos agresivos por parte de los niños y adolescentes fue también advertido en 2015, cuando cinco menores de edad asesinaron a Christopher Márquez Mora, de seis años, en la ciudad de Chihuahua, capital de uno de los estados más afectados por la violencia atribuida a la disputa del narcotráfico.

“Indudablemente es reflejo de la sociedad que somos”, dijo entonces Lourdes Almada Mireles, ex dirigente de la Red por los Derechos de la Infancia en Juárez y académica en la Universidad Autónoma de la misma ciudad.

“Consecuencia de la suma de muchas negligencias, omisiones, ausencias de la sociedad, por parte del Estado, y que se acumulan: una situación socioeconómica en la que la pobreza se ha recrudecido en todo Chihuahua, más una historia de violencia que no tengo que platicar y sobre la que no sólo no se ha querido actuar: no se ha querido ni siquiera reconocer”, agregó.

En su nuevo informe especial, la CNDH analiza la problemática de la delincuencia juvenil en el contexto de la crisis de seguridad y derechos humanos registrada en México desde el sexenio pasado y en el que se han registrado casi 200 mil asesinatos, la mayor parte impunes.
“Es dentro de este contexto de la violencia que ha tenido lugar durante los últimos años en México, que debemos situar la violencia que cometen, así como la que padecen, los adolescentes en nuestro país”, dice el texto.
“Sostenemos que la violencia que afecta a este sector específico de la población no puede entenderse al margen o sin tomar en cuenta la grave crisis de seguridad y violencia que afecta a nuestro país”, insiste.

El documento cita que México ocupó en 2015 el lugar 144, de un total de 162, en el Índice de Paz que mide el grado de militarización y extensión de los conflictos en cada país, por debajo de Filipinas y Venezuela e India y “apenas” por encima de Líbano y Colombia. También, que la Encuesta sobre Seguridad Pública Urbana del INEGI arrojó en 2016 que 70 por ciento de la población de 18 años y más consideró que vivir en su ciudad es inseguro.
“Las guerras tienden a afectar no sólo las tasas de delincuencia juvenil sino también su naturaleza y sus orígenes. La guerra genera las condiciones que propician el incremento de la delincuencia, ya que debilita las inhibiciones y alienta la expresión de los impulsos primitivos, con lo que contribuye a alterar las tasas, la estructura y la naturaleza de las conductas delictivas”, dice el reporte.
“Los mecanismos específicos que se ponen en juego en la relación entre guerra y delincuencia no han sido suficientemente estudiados, aunque se sabe que, durante las guerras, la violencia y la agresión parecen ser medios aceptables para la resolución de conflictos y los niños aprenden estos comportamientos”, agrega.

FAMILIAS Y ESTADO

Nuevo León fue parte de los territorios más afectados por la violencia atribuida a la disputa por el narcotráfico e iniciada en 2006. De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el indicador de asesinatos comenzó a despuntar en esa entidad a partir de 2010, cuando estos crímenes se triplicaron con respecto al año anterior y pasaron de 267 en 2009 a 828 al año siguiente y, en 2011, a más de dos mil casos.

Y en ese entorno, coincide Maricela Escamilla, de la organización neolonesa Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (CADHAC), crecieron cientos de miles de niños como Federico y que hoy están en riesgo de reproducir comportamientos agresivos.
“En el caso de este niño, o muchos otros, han estado diez años, ocho años expuestos a la violencia y de alguna manera nos acostumbramos a eso; pero parece que esta realidad anestesia a la sociedad entera”, dice Escamilla, jefa del departamento de sicología de la organización.
“Hay una dureza emocional y hay muchos niños que aprenden a inhibir sus emociones por esta exposición a la violencia, como un mecanismo de defensa”, agrega.

Otra expresión de la normalización de la violencia vivida en la última década en México es la popularización de “corridos” que hacen apología de la misma y describen con detalles las modalidades de asesinato también extendidas durante la última década, como las decapitaciones.
“Hay una desvalorización muy grande de la vida humana”, dice Escamilla. “Empiezan a desarrollar ese mecanismo de defensa que los vuelve insensibles y que de alguna manera creo que actúan bajo efectos de brotes sicóticos que van anulando la voluntad, y creo que no tienen una conciencia de lo que está bien y lo que está mal, y eso tiene que ver con esta sobreexposición a la violencia”, agrega.
En respuesta al ataque del día 18, el Gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, anunció el “reforzamiento” de la revisión de los menores en las escuelas por parte de elementos policiacos, u “Operativo Mochila”.

Niños como Federico, coincidieron especialistas, han vivido durante 10 años expuestos a la violencia. Foto: Cuartoscuro

Las revisiones, sin embargo, consideraron las fuentes consultadas, no sólo son violatorias de la intimidad de los menores, sino también ineficaces, reactivas e incluso probable antecedente de otras conductas de riesgo.
“A los jóvenes se les debe explicar y fortalecer el entendimiento de sus derechos para que los hagan valer los derechos de los demás. No pienso que una solución sea violentarlos, pero además porque esas medidas son reactivas, no preventivas”, dice Sánchez.
Rodríguez Calderón también cuestionó el cuidado de los padres de familia sobre los hijos como parte de la problemática alrededor del ataque registrado en el Colegio Americano y advirtió que se requería mayor disciplina.

“No hay ni habrá ningún programa, ninguna acción que sea tan fuerte como debe ser la disciplina que los padres empecemos a trabajar con nuestros hijos”, dijo Rodríguez Calderón en conferencia de prensa.

De acuerdo con Escamilla, además de valores familiares, se requieren condiciones políticas para una convivencia pacífica.

“El Estado es responsable de la ruptura de las condiciones de paz y de la falta de sustento integral de las familias”, dice.
“Se habla de valores en la casas, pero todos tenemos valores, y fundamentalmente creo que debe haber una convivencia pacífica, y los valores de la vida democrática son el respeto, el diálogo, la igualdad, la tolerancia y la solidaridad, y el Estado no está haciendo lo que tiene que hacer; no ha generado políticas públicas para tratar a estos niños que son testigos de tanta violencia”, agrega.
Fuente: Sin Embargo
Autora: Sandra Rodríguez Nieto
http://www.sinembargo.mx/29-01-2017/3141348

jueves, 19 de enero de 2017

“El amor no basta”: habla una de las madres de la masacre de Columbine

El 20 de abril de 1999 Eric Harris y Dylan Klebold, dos estudiantes de secundaria, dispararon contra sus compañeros de la Escuela Secundaria de Columbine, Colorado, cerca de Denver y Littleton, dejando un saldo de 13 muertos y 24 heridos. Harris y Dylan se suicidaron después de la masacre. De los dos se dijo que presentaban cuadros de depresión.

Dos décadas después la madre de Dylan ofreció una larga entrevista a The Guardian. ¿Qué podría haber hecho para evitarlo?, se pregunta. La complejidad de un drama como éste se deshilvana en este texto de Emma Brockes, que reproducimos hoy en el contexto de lo ocurrido en el Colegio Americano del Noreste, en Monterrey Nuevo León, donde un joven de 15 años disparó a su maestra y a tres de sus compañeros y luego se suicidó, en un hecho sin precedentes en México.

Emma Brockes

Lo primero que hizo Sue Klebold cuando nos conocimos fue disculparse por su falta de hospitalidad. No nos encontramos en su casa sino en un hotel de la ciudad de Denver, no porque esta mujer de 66 años no quisiera invitarme sino porque cuando has sido víctima de muestras masivas de odio nunca es una buena idea hablar de los hechos que lo propiciaron en el lugar donde tuvieron lugar. Klebold parece la última persona del planeta Tierra que debería ser odiada, una administradora jubilada de un centro universitario y un pilar de su comunidad que afirma tener una vida agradable pero modesta. Sin embargo, desde hace diecisiete años es consciente de que en cualquier momento puede producirse un encuentro que le haga sentir vergüenza. “Puedo estar en la sala de espera de un médico y desear que me llamen por mi nombre y no por mi apellido”, reconoce: “Cada vez que conozco a alguien y me presento, se produce un silencio incómodo, miro su cara y veo que se está preguntando ¿de qué me suena este apellido?”.

Han pasado casi dos décadas desde que su hijo Dylan y su amigo Eric Harris asesinaran a 13 personas en la escuela de secundaria de Columbine y luego se suicidaran, y desde entonces el sistema educativo de los Estados Unidos ha cambiado. El acoso escolar es ahora una prioridad para los responsables de los centros y se han impulsado medidas y protocolos en todo el país para evitarlo. Además, el control de armas también ha pasado a ser a una cuestión clave y algunas medidas de seguridad son comunes para todas las escuelas, como la organización de simulacros de cierre y la instalación de detectores de metales, en parte como consecuencia de lo que hizo el hijo de Klebold. Lo que no parece haber cambiado es la percepción de que la culpa de que un adolescente mate a sus compañeros de clase es de sus padres, o mejor dicho, de la madre. “Una madre debería haberlo sabido”, dice Klebold.

El hecho de que ella afirmara tras la tragedia que ignoraba que el adolescente que vivía bajo su techo estaba profundamente deprimido, había comprado ilegalmente un arma y la había escondido en casa para preparar junto a su amigo Eric una masacre, levantó muchas ampollas en el momento de los hechos e incluso ahora genera incredulidad. Klebold comprende perfectamente esta reacción. Durante años, ella también fue muy dura consigo misma. “La descripción más amable que los medios de comunicación hicieron de nosotros fue que éramos unos inútiles”, escribe en sus memorias A mothers Reckoning (El juicio de una madre). “Según otras versiones, habíamos estado protegiendo a un racista odioso y habíamos preferido ignorar el arsenal que había construido en nuestro propio hogar, poniendo en peligro a toda la comunidad”, explica.

Es un libro duro. Klebold hace un repaso minucioso de todos los pensamientos que ha tenido en los últimos 17 años y recuerda todas las decisiones que ella y su ex marido Tom tomaron en relación a la educación de su hijo, con el fin de entender en qué se equivocaron o qué señales no vieron. También detalla el impacto que la masacre ha tenido en las vidas de otros jóvenes violentos y explica cómo cambia la vida de unos padres después de que su hijo mate a otras personas (resumiendo: divorcio, bancarrota, enfermedad, desmoronamiento, seguido de un esfuerzo por comprender y racionalizar los hechos para poder soportar esta pesada carga.

Daría su vida por uno de los chicos que su hijo mató pero no aceptará que su hijo era un monstruo

La parte más polémica de sus memorias es que pide a los lectores que cambien la percepción que tienen de Dylan. Cuando sucedieron los hechos, la oficina de Klebold se encontraba en el mismo edificio que una oficina de libertad condicional, y a menudo se sentía intimidada y aterrada si tenía que subir en el ascensor con exconvictos. Tras la masacre, explica en el libro, “pensaba que simplemente eran como mi hijo, que solo eran personas que, por algún motivo, tomaron una decisión horrible que los empujó hacia una situación terrible y desesperada. Cuando los informativos hablan sobre terroristas siempre pienso son los hijos de alguien”.

Klebold siente compasión porqué también pide a los demás que sientan compasión, o mejor dicho, quiere su perdón. Sin embargo, también pide una reflexión más profunda sobre los motivos que llevan a los adolescentes a matar. Tras pasar los últimos 20 años reflexionando sobre este hecho y entrar en el mundo de la prevención de suicidios y de asesinatos con suicidio posterior, ha llegado a una conclusión que, de alguna manera, resulta más chocante que la noción de que ella fue una mala madre o Dylan era “malvado”. En su libro explica que daría la vida por recuperar “la de uno de los chicos que su hijo mató” pero no acepta la opinión generalizada de que su hijo era un monstruo. “Era un ser humano”, me dice mientras mira por la ventana. No debería ser una revelación sorprendente pero por algún motivo lo es: todavía lo quiere.

Sue Klebold durante una entrevista para la cadena británica BBC

Si nos ceñimos a su descripción, la impresión que tenemos que es Dylan Klebold era un niño normal y fantástico. Los contrastes hacen que los colores brillen y tal vez hay en el libro un esfuerzo por presentar una infancia angelical a la luz a la luz de cómo terminó la vida del adolescente. Sin embargo, cuando Klebold escribe que su hijo menor “era obediente, curioso, atento y con una personalidad apacible” nada hace pensar que esté mintiendo. Lo llama “mi sol” en referencia a su pelo rubio y naturaleza alegre y mi “pequeño trabajador” ya que era muy determinado y quería que sus proyectos se hicieran realidad. Nunca pensó que su hijo menor fuera a causarle problemas.

Klebold ha necesitado mucho tiempo para poder reivindicar esta imagen de Dylan. Tras la masacre, lo perdió dos veces. Primero físicamente y más tarde como recuerdo. ¿Cómo es el duelo de una madre que ha perdido a un hijo que siempre consideró decente y amoroso cuando su foto aparece en la portada de la revista Time con el titular “los monstruos de la casa de al lado”?  Con la decisión de incluir fotografías de Dylan cuando era pequeño parece suplicar que su hijo sea recordado como un niño inocente, incluso mono. Sin embargo explica que no lo hizo con este propósito. “Quería que la gente comprendiera que queríamos a Dylan. Y lo cuidábamos y lo mimábamos. Y tenía todas estas fotos de Dylan en mis brazos o en mi regazo”. Lamenta que muchos asumieran que Dylan “no había sido querido por su familia o que lo habíamos maltratado, y eso no es cierto. Una y otra vez se preguntó le dimos suficientes abrazos”.

Otras ideas equivocadas fueron más fáciles de aclarar. Los medios de comunicación repitieron una y otra vez que la familia era rica y que el comportamiento violento de Dylan era la versión más extrema del pobre niño mimado. En las fotografías aéreas su casa, situada en el pueblo de Littleton, en el estado de Colorado, parecía enorme, cuando en realidad la compraron por casi nada ya que necesitaba reformas. El BMW de Dylan les costó 500 dólares y el chico y su padre lo repararon completamente. Les gustaba cenar en familia, ver películas clásicas, tener proyectos en común. El hijo mayor ya se había independizado pero cuando los visitaba, Klebold le preparaba una bolsa con comida congelada para que se la pudiera llevar a su apartamento.

Esto podría sonar idílico pero al repasar todos y cada uno de los detalles Klebold deja entrever que si se hubiera producido una catástrofe en la casa, algo que permitiera comprender por qué Dylan hizo lo que hizo, habría sido más fácil lidiar con todo lo ocurrido. En los años anteriores a la masacre, las tensiones familiares fueron bastante normales. Al padre de Dylan, Tom Klebold, un geofísico, le diagnosticaron artritis reumatoide y esto limitó sus perspectivas laborales. A la pareja le preocupaba su situación económica (el trabajo de Sue, que gestionaba subvenciones  para que personas discapacitadas pudieran aprender informática era muy gratificante pero no estaba muy bien pagado).

Y luego está Byron, el hijo mayor. A finales de la década de los noventa, el hecho que más había afectado a la familia Klebold fue el hallazgo de una pequeña cantidad de marihuana en la habitación del chico. La reacción de la pareja demuestra que la creencia de que eran demasiado permisivos con sus hijos es errónea. Byron, que todavía estudiaba en el instituto, tuvo que asistir a sesiones de orientación, y sus padres tomaron cartas en el asunto para que rompiera la amistad con algunas personas que eran una mala influencia para él.

Una amistad peligrosa

El hecho de que solo unos años más tarde no fueran capaces de poner fin a la amistad de su hijo menor con Eric Harris cuando los dos se metieron en un problema similar se debe, según Klebold, al encanto natural de Harris y al hecho de que confiaron en el sentido común de su hijo.

También se debe al hecho de que hasta la fecha lo que más les preocupaba de Dylan era su carácter introvertido. Tras la masacre, los medios lo presentaron como un solitario disfuncional que solo tenía por amigo a un psicópata, Harris. Pero Klebold indica que esa descripción no es correcta: “Tal vez no era el chico más popular de clase pero tenía un reducido grupo de amigos y Eric solo era uno de ellos”.

En sus memorias, lo único que dice sobre la familia Harris es que el padre de Eric era un exmilitar y que ella y su exmarido sentían simpatía por ellos si bien nunca formaron parte de su círculo de amigos. De Eric dice que siempre fue respetuoso y muy educado. Cuando hace estos comentarios, la tensión se puede leer entre líneas. Tras la masacre el primer impulso de Klebold fue culpar a Eric; pensó que este le había lavado el cerebro a su hijo o que lo había obligado de alguna otra manera.

He conocido a varias madres de asesinos de masas y son mujeres muy dulces. Si nos vieras, nunca adivinarías qué tenemos en común.

Klebold ya no tiene esta opinión. Uno de los trabajos más duros de los últimos diecisiete años ha sido aceptar que Dylan desempeñó un papel parecido al de su amigo en la planificación y ejecución del macabro plan. Sin embargo, cuando escribe sobre Harris es evidente que le cuesta mostrar la misma comprensión que ella pide para su hijo. Tras la tragedia, se encontraron los diarios de ambos chicos y mientras que el de Dylan estaba lleno de sensiblerías y sueños sin sentido sobre suicidarse, el de Harris estaba lleno de fantasías violentas y sádicas sobre infligir daño en los demás. “Creo que Dylan padecía de algún trastorno del estado de ánimo”, concluye.

Le insinué que su juicio moral de  los dos chicos era distinto. “No sé si moral es la palabra correcta”, dijo: “Sus trastornos mentales eran distintos. Creo que la psicopatía (de Eric Harris) entra en otra categoría”.

Por algún motivo, se atraían, explica: “No quiero insinuar que las personas cometen atrocidades como la de Columbine porque tienen una enfermedad mental, ya que no es así, pero sí creo que tanto Dylan como Eric fueron víctimas de sus enfermedades, como también lo fueron todos aquellos que fueron asesinados por ellos”.

Reuniones de madres de asesinos de masas

Le dije que leyendo su libro uno tiende a pensar: “vaya, si los Klebold no son los culpables entonces los Harris deben ser los responsables de lo sucedido”. “Y esto es exactamente lo que hace la gente ante un hecho como este. Necesitamos pensar que a nosotros nunca nos podría suceder algo así, que les puede pasar a otros pero no a nosotros. Y este es el motivo por el cual tanta gente se siente mejor si culpabiliza a los padres de los chicos ya que los hace sentir más seguros. Lo comprendo. Pero una de las cosas más aterradoras de esta situación es que los familiares de alguien que hace algo así son como nosotros. He conocido a varias madres de asesinos de masas y son muy agradables y dulces. Si nos vieran juntas en una habitación nunca podrías imaginar qué tenemos en común”.

Los cambios fueron imperceptibles y muy parecidos a los de cualquier otro adolescente pero con el tiempo Klebold ha llegado a la conclusión de que si en ese momento hubiera sabido lo que ahora sabe podría haber detectado el problema. Dylan mostraba síntomas de depresión. “Señales que Tom y yo habíamos notado pero no habíamos interpretado correctamente. Si hubiésemos podido entender esas señales creo que habríamos podido evitar la masacre de Columbine”.

Los hábitos de sueño de Dylan cambiaron. Pasó de ser un chico muy madrugador a levantarse tarde. Se volvió irritable e introvertido. Siempre iba despeinado. Escribió una redacción que incluía descripciones de violencia pero nadie le dio importancia. Por primera vez se metió en problemas en la escuela, ya que él y Eric destrozaron algunas taquillas de estudiantes. Un año antes del tiroteo, los chicos robaron material eléctrico de una furgoneta y fueron detenidos. Sus padres se quedaron consternados pero también muy aliviados cuando los chicos quedaron en libertad sin cargos por el hecho de pertenecer a “buenas familias” y por tratarse de su primer delito. Solo tuvieron que ir a varias sesiones de orientación y también hicieron trabajo comunitario. “Ahora desearía que lo hubieran retenido bajo custodia. Eso hubiera evitado Columbine”, dice ahora la madre.

Aunque el episodio de la camioneta la dejó preocupada, pensó que Dylan se estaba haciendo mayor y estaba poniendo a prueba los límites. “Está haciendo cosas que no había hecho antes y tomando decisiones erróneas pero ha aprendido la lección. Nunca pensé que pudiera representar un peligro para él mismo o para los demás”, lamenta Klebold. Explica que tras ese incidente todo volvió a su cauce bastante pronto. Las sesiones de orientación obligatorias fueron bien. Cursó una solicitud para estudiar en la Universidad de Arizona y fue aceptado. Tres días antes de la masacre, asistió al baile de fin de curso con una chica.

Solo recuerda un incidente extraño. Un año antes de la masacre y en uno de los pocos momentos en que la madre se cuestiona si gestionó bien la situación, Dylan le respondió mal, algo muy frecuente en los últimos meses, y su madre se enfureció, lo empujó contra la nevera y lo riñó por su comportamiento. El chico le dijo: “no me empujes, mamá. Me estoy enfadando y no estoy seguro de que pudiera controlarme”. Lo dijo en voz suave pero era evidente que era una advertencia. Ella retrocedió y más tarde le pidió disculpas por haberlo empujado.

Cuando me contó esta situación le dije que su descripción sobre la reacción del chico me producía escalofríos. “Era una advertencia, sin duda”, reconoce. También era una amenaza. Klebold dice que nunca llegó a tener miedo pero es evidente que en esos tiempos ya caminaban sobre un campo minado. ¿Por qué no reaccionó y le dijo que él no era nadie para amenazarla? Le pregunté. “La verdad es que nunca lo pensé”, me respondió. “No es mi forma de ser. Lo escuché, me pidió que parara y lo hice. Entonces nos calmamos y los dos nos disculpamos”, indicó: “Ahora sí pienso que debería haberle dicho ¨No lo entiendo, tú no eres así”.

“Sí me percaté de que su comportamiento estaba cambiando. Pensé que era la adolescencia y lamento profundamente no haber comprendido que ese comportamiento indicaba algo más, depresión quizá. Es por este motivo que siempre digo si tus hijos se portan mal, si tu marido está irritable, si tu hija tiene síntomas somáticos, podría tratarse de una enfermedad mental. Deberíamos ser capaces de formular preguntas como ¿a veces piensas que preferirías estar muerto? ¿Alguna vez has acariciado la idea del suicidio? creo que tendríamos que escuchar a nuestros hijos en vez de intentar controlar sus vidas”.

Le pregunté si además de sentir compasión por Dylan también sentía ira. Esta fue su respuesta: “Nunca me enfadé con él excepto cuando la policía me mostró seis meses después de su muerte unas cintas de vídeos que mi hijo escondía en el sótano Son unos vídeos editados por Dylan y Eric antes de la masacre, en los que vapuleaban sin parar a todos sus conocidos y hablaban de los asesinatos que iban a cometer. Durante un día me sentí furiosa porque mi hijo hablaba mal de todos, también de su familia, y de todo, hacía comentarios racistas, y recordaba hechos del pasado, como un incidente en la guardería cuando solo tenía 3 años. Era obvio que se aferraba a recuerdos que le provocaban ira y le costó lo suyo ya que mi hijo tuvo una buena infancia”.

He conseguido hacer las paces conmigo misma hasta cierto punto. No creo que nunca logre perdonarme del todo.

¿Cómo puede enfadarse por unos vídeos y no por la masacre que cometieron?, le pregunté. “Creo que Dylan fue una víctima más de su problema mental. Si le explicas a un niño qué es un suicidio tal vez le expliques algo así como… tu abuelo murió porque tenía una enfermedad mental y por este motivo hizo daño a la abuela y también se hizo daño a sí mismo. Y es en estos términos que pienso sobre lo que le pasó a mi hijo. El Dylan que yo conocía y eduqué era una buena persona. Era responsable, se preocupaba por los demás, y este es el motivo por el cual aún me resulta muy difícil comprender lo que pasó”, indicó. Hace una larga pausa: “Tengo la necesidad de pedir disculpas a todos aquellos que puedan sentirse ofendidos por el hecho de que no estoy enfadada con él. No lo juzgo porque es mi hijo y lo que mató a todos los demás también lo mató a él”.

Cuando Dylan Klebold salió de casa esa mañana se despidió con un tono que a su madre le sorprendió. Era un tono plano y desagradable: “Desde entonces lo he analizado como si se tratara de un cubo de Rubik. Le he dado mil vueltas. ¿Qué me estaba diciendo? ¿Tal vez que era una mala madre?”.

El chico se fue pronto de casa porque tenía una clase de bolos, una de las asignaturas optativas de la escuela, de ahí  el título del documental de Michael Moore sobre la masacre de Columbine, Bowling for Columbine. Sin embargo, nunca se presentó a la clase sino que quedó con Eric Harris y los dos se dirigieron a la escuela cargados con armas y explosivos. La madre de Dylan nunca sabrá por qué lo hizo. Lo único que puede decir es que un porcentaje de personas que deciden suicidarse también matan a otros cuando lo hacen. Según el Departamento de Salud de los Estados Unidos el asesinato con posterior suicidio representa una pequeña fracción de la tasa total de suicidios, en torno al 3%. Sin embargo el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de entre 15 y 24 años y Klebold cree que se debe a una mezcla de factores biológicos, psicológicos, sociales y ambientales, y a un hecho desencadenante.

Estaba trabajando cuando su marido la llamó y le contó que se había producido un incidente en la escuela y que encendiera el televisor. Lo primero que pensó es que Dylan corría peligro. Cuando finalmente llegó a casa, los dos chicos estaban muertos y los medios ya habían indicado que llevaban abrigos negros, como los que Dylan y Eric tenían. Tom llamó a su abogado, que a su vez llamó a la oficina del sheriff, que les dijo que Dylan no era una de las víctimas sino uno de los autores.

Y empezó la pesadilla. El abogado de la pareja les explicó que tenían que prepararse para una tormenta de odio. Se fueron de su casa. Tom le dijo a su esposa que lamentaba que Dylan no los hubiera matado a ellos también. Sue deseaba morirse mientras dormía. En los días posteriores a la masacre sopesaron la posibilidad de cambiarse los apellidos y mudarse a otro pueblo. Unos primos lejanos de Tom recibieron amenazas de muerte. Cuando personas bienintencionadas y compasivas les mandaron comida preparada, su abogado les recomendó que la tirasen a la basura por miedo a que estuviera envenenada.

Y al mismo tiempo, en un gesto que ellos agradecieron profundamente, sus amigos y su familia permanecieron a su lado. Mientras la pareja todavía se escondía de los medios de comunicación, sus vecinos colgaron un cartel fuera de su casa que decía “Sue y Tom. Os queremos y aquí estamos para lo que necesitéis. Llamadnos”. Klebold dice que al final llegó a la conclusión de que si se iba del pueblo siempre sería “la madre de ese asesino”: “Así que decidí quedarme donde tenía el apoyo de la gente que nos conocían”.

Recibió pilas de cartas, algunas de apoyo, otras de odio, y otras, más perturbadoras, elogiaban a Dylan y lo que había hecho. Las chicas explicaban que estaban enamoradas de Dylan y querían un hijo suyo. Se escribieron libros, se hicieron películas. Klebold no ha visto ninguna. El film Elephant de Gus Van Sant y la novela Tenemos que hablar de Kevin, de Lionel Shriver la hicieron temblar: “Estaba convencida de que Dylan me pertenecía, y estaba muy equivocada. Pensaba que era mío y todas estas películas y canciones me hacían sentir que me lo estaban arrebatando y que se estaban apoderando de alguien a quien no conocían”. También cree que estos trabajos podrían perpetuar el mito de Columbine.

Dos semanas antes de nuestro encuentro, la policía detuvo a dos chicas de Denver ya que, supuestamente, planeaban una masacre similar. También se encontraron referencias a la masacre de Columbine entre el material de Seung-Hui Cho, el asesino de Virginia Tech en 2007 y de Adam Lanza, el autor de la masacre en la escuela de primaria Sandy Hook en 2012. En 2014, una investigación de ABC News descubrió que el nombre de Columbine se había mencionado en al menos 17 ataques y más de 36 presuntos planes de ataque o amenazas graves contra escuelas. Klebold lo atribuye al hecho de que la masacre coincidió con el inicio del auge de las cadenas de noticias 24 horas y fue el primero que quedó atrapado en el bucle de una cobertura obsesiva de un suceso. También cree que el pueblo, Littleton, se ha convertido en un símbolo. Es algo que podría hacer el vecino de al lado. La masacre dio la vuelta al mundo. Y si bien son muchos los que intentan copiar la masacre de Columbine es importante recordar que Dylan y Eric también estaban copiando. Concretamente, estaban copiando una película. Se referían a su plan como NBK, Natural Born Killers, el título original de la película Asesinos natos. En la película de Oliver Stone, los dos protagonistas logran la atención de los medios de comunicación con varios tiroteos.

Uno de los aspectos más sorprendentes de la reacción de Klebold a la masacre es que si bien siempre estuvo en contra de la tenencia de armas y uno de los dos chicos utilizó una que había sido comprada legalmente, no se ha convertido en una firme defensora del control de armas. Reconoce que no es su prioridad: “He preferido centrarme en la prevención de los suicidios ya que, y no quiero que parezca que no estoy teniendo en cuenta los asesinatos que cometió mi hijo, que fueron numerosos y horribles, creo que el asesinato masivo con suicidio posterior es una forma de suicidio. Creo que si nos centramos en la prevención del suicidio podemos prevenir otro Columbine”. Quiere que en las escuelas de secundaria las sesiones de prevención de suicidios sean tan normales como las técnicas de reanimación cardiopulmonar.  “un curso sobre primeros auxilios en salud mental para todos”, concluye. Me cuenta que muchas escuelas son reacias a organizar un curso de estas características por miedo a posibles demandas. “Creen que si organizan un curso de prevención del suicidio y luego uno de los estudiantes se suicida, alguien podrá ver una relación. Las investigaciones indican que esta teoría no es correcta pero lo cierto es que muchas personas piensan así”, me contó.

Divorcio y facturas tras la masacre

Klebold y su marido lidiaron con el trauma de forma distinta; ella buscó la ayuda de terceros mientras que él se encerró en sí mismo. Tras 43 años de matrimonio se divorciaron. También acumularon muchas facturas legales. Durante años arrastraron las demandas civiles de las familias de las víctimas y finalmente consiguieron llegar a un acuerdo: ellos y los Harris acordaron indemnizar a las familias con 1,5 millones de dólares, que asumió su seguro para el hogar. Y Klebold se sumergió en un mar de culpabilidad durante años.

Me he perdonado hasta cierto punto

“Recuerdo que tenía la absoluta certeza de que el pastel de cumpleaños que le preparé a Dylan cuando cumplió tres años no era tan bonito como el que tuvo su hermano cuando cumplió la misma edad, lo que hizo que no se sintiera lo suficientemente querido y actuara como lo hizo. Analizas todas y cada una de las conversaciones, de los regalos, de los momentos y lo único que sientes es repugnancia. Permití que esto pasara, tenía el deber de protegerlo y de proteger a los demás, de algún modo esto pasó porque no fui capaz de evitarlo. La culpabilidad que sentía no cabe en esta habitación, era inmensa. Y lo único que puede curar un complejo de culpa tan grande es el conocimiento de las enfermedades mentales. Y con el paso del tiempo, tras asistir a muchas conferencias y leer muchos libros, conseguí sentirme menos culpable y pensar mi hijo murió porque tenía una enfermedad mental. Y sí, lo podría haber ayudado de haberlo sabido pero yo no lo maté”.

“Con el paso de los años ha encontrado consuelo en el pensamiento de que ese día Dylan se comportó de forma distinta que Eric: el hecho de que disparó contra menos personas. ¡Qué forma más rara de consolarme! Sin embargo, me aferraba a este pensamiento, creía que, de algún modo, sus acciones fueron menos horribles. Horribles sí, pero menos”.

Le pregunté si había conseguido hacer las paces consigo misma. “Me he perdonado hasta cierto punto. No creo que nunca consiga perdonarme del todo. Todavía tengo pesadillas, Dylan en peligro o sube por una escalera muy alta y lo intento agarrar pero se cae. Tengo la sensación de que lo dejé caer”, reconoció.

También le pregunté si todavía lo quería. “No tengo opción. Quieres a tus hijos. Para los demás, la última hora de su vida fue despiadada y sádica. En cambio, yo no puedo evitar pensar …mi pobre hijo, se encuentra en una situación horrible, se ha deshonrado con estos actos. Solo puedo responder a sus actos con amor”.

Lo cierto es que ya no se puede cambiar el pasado. Klebold sonríe y afirma: “el amor no basta”.

El libro de Sue Klebold, A Mother’s Reckoning: Living In The Aftermath Of The Columbine Tragedy, salió a la venta el 15 de febrero. Publicado por la editorial WH Allen, cuesta 16,99£. Puede encargar una copia por 12,99 libras en la librería de The Guardian. La autora dona los beneficios del libro a la investigación de las enfermedades mentales y a fundaciones que tengan la misma finalidad.





Fuente: Desinformémonos
Autor: Redacción, traducido por Emma Reverter
https://desinformemonos.org/amor-no-basta-habla-una-las-madres-la-masacre-columbine/