Frente a los dogmas del capitalismo más fundamentalista, la economía circular relativiza conceptos sagrados como propiedad o precio y, sobre todo, apuesta por un equilibrio entre el progreso y los límites de nuestro planeta. ¿Por qué no inspirarnos en el conocimiento acumulado durante millones de años por la naturaleza para seguir creando riqueza?
Producir, comprar, usar, tirar. Así funciona el modelo de producción y consumo bajo el que se ha desarrollado nuestra economía desde la revolución industrial y cuyo colapso se ha hecho evidente. El creciente impacto de la huella ecológica, el agotamiento de recursos naturales, la acumulación de residuos, la alarmante contaminación en grandes ciudades o los desastres naturales inducidos por el cambio climático son solo algunas de las consecuencias de un sistema sometido a la dictadura del crecimiento.