“Pinches policías que se hacen pendejos”, grita un hombre para reprochar la inacción policiaca; con impotencia una mujer reclama a los impunes criminales: “¡Desgraciados malditos!”.
Mientras, varias personas tendidas sobre el piso se desangran y agonizan ante un grupo de niños que lloran aterrados y se funden en un abrazo implorando que su abuelita no se muera, todo esto frente a la iluminada bahía de Santa Lucía en la zona turística del puerto de Acapulco.