En las 12 horas que duró la audiencia, Javier Duarte no pronunció más de cuatro palabras.
Vestido con el uniforme caqui de los presos en el Reclusorio Norte, el exgobernador de Veracruz escuchó el sábado en silencio el momento en que el juez decidió que había pruebas suficientes para iniciar un proceso en su contra por lavado de dinero y delincuencia organizada. Luego, solo bebió un poco de agua.