El Partido Revolucionario Institucional (PRI) tuvo unos meses muy activos en 2017. Las actividades se centraron en el Estado de México porque la entidad, que es uno de los núcleos más importantes de ese partido, elegiría nuevo Gobernador y se vislumbró, por las encuestas y el ambiente, una elección cerrada.
Pero el PRI se puso en marcha. En esa ocasión contó con el apoyo del poder Ejecutivo, del estatal y municipal. Pero también activó esas células que siempre están ahí y pueden llamarse voto duro o “formidable maquinaria electoral” como recién las bautizó el diario británico Financial Times.