Eli Flores es odontóloga. Desde hace cinco años trabajaba para atender a beneficiarios del programa Prospera, y otros en el Estado de México. Cinco años que se pasó con contratos temporales, sin prestaciones, con la promesa de obtener una plaza si cumplía con metas de productividad que, asegura, siempre sobrepasó. Y sin embargo, ante la desaparición del programa para convertirse solo en becas, se quedó sin trabajo en abril pasado.
No hubo aviso previo ni recibió un finiquito, por lo que de tajo ha tenido que ajustar sus gastos. Con dos hijas pequeñas, de 4 y 6 años, lo primero que pasó fue que dejó de pagarle, a su vez, a la persona que le ayudaba a cuidarlas.