René Verdugo Urquídez estuvo en varias cárceles estadunidenses durante 33 años, acusado de un delito que le inventó el FBI y avaló el Departamento de Justicia. Su error fue estar en Guadalajara en febrero de 1985, cuando fue secuestrado, torturado y ejecutado Enrique Camarena. Quien lo inculpó fue el agente Michael Malone, de la Unidad de Cabellos y Fibras del Laboratorio del Buró, con base en “evidencias científicas” que, se sabe, resultaron falaces. Su caso ilustra la forma en que la justicia estadunidense suele fabricar culpables.
Acorralada por la falta de pruebas, la justicia de Estados Unidos dejó en libertad a uno de los sentenciados por el asesinato del agente de la Oficina Antidrogas de Estados Unidos (DEA), Enrique Camarena.
El 21 de diciembre pasado, René Verdugo Urquídez recuperó su libertad después de haber estado preso durante casi 33 años en distintas cárceles de ese país. Había sido condenado a 240 años de prisión más una cadena perpetua, pero el Departamento de Justicia no tuvo otra opción que exonerarlo ante la Corte Federal del Distrito Central de California del homicidio del agente de la DEA.