El tema cobró prominencia hace poco cuando una patrulla abocada a la erradicación de cosechas ilegales fue emboscada en el estado sureño de Guerrero y tres soldados murieron. Otros gobiernos hubieran llenado la zona de soldados, pero López Obrador insistió en que quería evitar enfrentamientos armados. Si hay algo que no quiere que suceda durante su Gobierno es matanzas del Ejército como las que han ocurrido en el pasado en México. Todo esto plantea un dilema al Ejército: Los cárteles de las drogas y otras bandas delictivas están usando como escudos humanos a lugareños armados con piedras y garrotes, y el Ejército no logra controlar estas situaciones usando armas no letales, como gases lacrimógenos y lasers.
El Ejército mexicano –la última línea de defensa contra la violencia de las bandas delictivas– se las ve en figurillas para llevar a la práctica el deseo del Presidente Andrés Manuel López Obrador de evitar confrontaciones en la lucha contra organizaciones que son cada vez más agresivas y que a menudo usan a la gente como escudo.