"Tres yerros de la 4T en Baja California, tres excesos para sacar provecho de una situación de orden público".
En los últimos diez días, Jaime Bonilla Valdez se ha convertido en un costo político para la cuarta transformación que encabeza desde el Gobierno federal, el Presidente Andrés Manuel López Obrador. No son pocos los cercanos al mandatario nacional que alertan sobre el lastre en el que se ha transformado, en tan poco tiempo, el Gobernador de Baja California.
Es notorio el distanciamiento que existe entre Ejecutivo Nacional y Gobernador. Lejos de la cercanía que se apreciaba cuando Jaime Bonilla Valdez fue Senador, y súper delegado en Baja California, una vez que el de Tijuana llegó al poder político administrativo la relación con el Presidente de la República entró en un proceso de enfriamiento. A grado tal que el Gobernador de Baja California no ha sido recibido, oficial y públicamente, por el Presidente de la República a pesar de representar al mismo partido político.