Ante los ojos de la gente era Hugo, pero ante los ojos de sus amigos y familia, era también Jeidy. Le gusta ser Jeidy, lucir su cabello largo, pintarse sus labios y ojos, tomarse fotos; pero no podía ser Jeidy todo el tiempo, se lo impedían los ojos de extraños, las miradas reprobatorias de la gente que transitaba a su lado en las calles de Tehuacán, Puebla.
Ya había recibido agresiones, pero no cómo la que vivió el pasado sábado 4 de julio cuando recibió dos disparos de tres mecánicos que la persiguieron gritándole “pinche puto”, “hija de la chingada”.