En señal de luto por los pacientes y los trabajadores de la salud que están muriendo en sus instalaciones, un enorme moño negro cuelga en lo alto del edificio central del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), el principal puesto de avanzada del sistema mexicano de salud para afrontar la pandemia del coronavirus.
Frente a este edificio enlutado, en la plancha del estacionamiento que hoy semeja un campamento de guerra, la Cruz Roja instaló un “hospital de campo”: son abombadas carpas de tela térmica donde se está internando a muchos contagiados que llegan al INER, el centro hospitalario con mayor número de pacientes en todo el país.