De marzo de 2018 a la fecha las localidades del municipio de Aldama, en la región de los Altos de Chiapas, han vivido bajo fuego, lo que ha provocado el desplazamiento de más de 2 mil personas y una hambruna que, de no atenderse, puede convertirse en crisis humanitaria. Sus habitantes afirman que la violencia proviene de Chenalhó, cuyos pobladores a su vez se dicen víctimas de los ataques. Activistas y organizaciones pro derechos humanos piden al gobierno frenar esa violencia y desarmar a los grupos paramilitares que operan de manera impune.
Desde marzo de 2018 algunas localidades de los Altos de Chiapas han vivido bajo las balas. En ese periodo, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba) ha documentado más de 300 ataques a tiros que han provocado siete muertos y una veintena de heridos. Esa inestabilidad ya provocó el desplazamiento forzado de más de 2 mil personas y una hambruna generalizada en ese entorno.
La disputa entre pobladores de Chenalhó y Aldama por 60 hectáreas –pleito que data de mediados de los setenta del siglo pasado– es el origen de esta estela de violencia que el gobierno estatal no ha frenado pese a las reiteradas demandas de organismos defensores de los derechos humanos locales, nacionales e internacionales.