“La realidad es que el costo de los órganos autónomos, de acuerdo a especialistas, no llega a los dos dígitos en el presupuesto federal, el trasfondo es cumplir el capricho presidencial de ser el único poseedor de la información, como solía suceder en el pasado, y decidir cuál, cómo y dónde la hace pública”.
Por estos días la sensación es de pérdida y de exceso a la vez. Pérdida no muy paulatina de la democracia, la transparencia y la participación ciudadana en la vida política y administrativa del País, y un exceso de poder a partir de una ventajosa interpretación de la Ley en favor de un partido político y sus aliados a sueldo. Una patente de corso en demérito de la Constitución.