FUENTE: SIN EMBARGO
AUTOR: SANJUANA MARINEZ.
El fenómeno de las comunidades armadas en Guerrero y
otros estados de la República, es el inicio de una nueva realidad en México:
las autodefensas y el paramilitarismo. Es un ejercicio de defensa aparentemente
ciudadana contra la violencia del crimen organizado y el Estado. Son indígenas
y campesinos armados para combatir el incremento de secuestros, ejecuciones y
el cobro de piso, que impunemente comete el crimen organizado, en connivencia
con autoridades de distinto nivel.
Algunos de los nuevos ejércitos usan uniforme y armas
largas; otros forman parte de los sistemas de autodefensas indígenas, previstos
en su forma de vida, usos y costumbres. La pregunta es concreta: ¿Quién está
armando a las autodefensas mexicanas? En algunos casos en particular, como el
de Teloloapan e Iguala, Guerrero, es evidente que el armamento y equipamiento
de los grupos de defensa tiene un nivel, cuyo costo debió haber pagado alguien
con mucho dinero.
Los retenes de las autodefensas de Guerrero son
cotidianos en diversas carreteras, ante la mirada impasible de las autoridades.
A los primeros dos pueblos armados, le han seguido Ahuehuepan, Ahuelican,
Tonalapa del Río y Coatepec Costales. Hay también autodefensas en Michoacán,
concretamente en Cherán, para defenderse de los talamontes que supuestamente
están protegidos por “La Familia Michoacana”.