AUTOR: ISAÍN MANDUJANO.
La voracidad demostrada por Juan Sabines y sus más cercanos colaboradores en el gobierno de Chiapas debería causar asombro e indignación. Más todavía cuando trascendió que manipuló a diputados del Congreso local para que autorizaran, de último minuto, reformas que lo blindan pues impiden que sea llamado a cuentas en cualquier investigación administrativa o penal que se relacione con su desempeño como gobernador. Al final de su mandato sólo dejó deudas y un desorden sin precedente en la entidad.
TUXTLA GUTIÉRREZ, CHIS: El sexenio de Juan Sabines Guerrero será recordado como el más corrupto en la historia de Chiapas. Nunca antes los chiapanecos habían salido a las calles para exigir a las nuevas autoridades que metan a la cárcel a un exgobernador.
Ahora que concluyó su mandato se han detectado faltantes de miles de millones de pesos en las arcas del estado. Estos recursos se desviaron por conducto de empresas fantasma que supuestamente realizaron obra pública o prestaron servicios que nunca se efectuaron.
Para ello Sabines contó con la complicidad de una veintena de sus colaboradores más cercanos, muchos de ellos incrustados ahora en el gobierno de Manuel Velasco Coello. El exmandatario fue fiel a la frase que su padre, Juan Sabines Gutiérrez, hizo famosa durante su efímero gobierno (1979-1982) en esa entidad: “La corrupción somos todos”.
En todas las dependencias del Ejecutivo estatal se advierte una mala organización que marcó la pauta para el desorden financiero y los malos manejos que caracterizaron al sexenio anterior.