AUTOR: VALENTINA PÉREZ BOTERO.
La radiación no se huele, ni se siente, ni se ve, entonces, ¿ante qué nos enfrentamos? La energía nuclear destinada a usos pacíficos –más allá de las dos bombas atómicas que acabaron con la segunda guerra mundial- se posicionó en los años 50 como una alternativa viable para la generación de energía eléctrica a gran escala.
El uso civil de la energía atómica permitía tener el potencial científico, la infraestructura y la materia prima de las armas de destrucción masiva, pero contenidas en un propósito social que las endulzaba: Rusia, Francia, el Reino Unido y Estados Unidos optaron por este tipo de energía. México no se quiso quedar fuera de la era nuclear.
En 1956 el gobierno mexicano inauguró la estructura organizativa que permitiría, 20 años después, iniciar la construcción de dos reactores aledaños a Laguna Verde, Veracruz, que demorarían casi dos décadas en iniciar su funcionamiento.