Fuente: La Silla Rota
por: Alejandro Encinas Nájera
Punto final a la luna de miel de Peña Nieto. Cuatro meses han transcurrido desde aquel #1DMx en el que mientras se escenificaba su toma de protesta en San Lázaro, policías e infiltrados reprimían y desacreditaban a la movilización opositora. Se acabó el bono de los primeros cien días, ese escurridizo instante en el calendario del poder que despierta la nostalgia de todo gobernante.
El fracaso calderonista parecía que catapultaría la aprobación de Peña por el simple hecho del contraste. No fue así. Si damos por buenos los datos que arroja la encuesta que publicó ayer el diario Reforma, el estrenado gobierno federal no logró “mover a México”. La aprobación de Peña Nieto está por debajo del arranque de los gobiernos de Fox y de Calderón. Que sólo un 50% de los mexicanos aprueben el desempeño del mexiquense, ha de despertar preocupaciones entre un equipo que se creía indestructible.
El Pacto por México, la prolífica agenda de reformas legislativas, el pasmo y división de la izquierda, la debacle del PAN, el Elbazo, la Cruzada Contra el Hambre, el apoyo irrestricto de las televisoras y demás iniciativas, hicieron mucho ruido, pero no consiguieron despertar el apoyo de los mexicanos hacia el Ejecutivo.
Es cierto que los estrategas tras la silla presidencial lograron fijar una agenda pública dinámica y no exenta de sorpresas y golpes certeros. Parecía que soltar muchas cartas fuertes y populares una tras otra les funcionaría. Pero la política opera de formas muy extrañas y a veces hasta contraproducentes.