AUTOR: BERNARDO BARRANCO V.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Aquella tarde de marzo de interregno pontifical, mientras los cardenales en Roma estaban poniéndose de acuerdo sobre los temas que desarrollarían antes del cónclave, yo había concluido una tensa conversación telefónica con Carlos Aguirre, director general del Grupo Radio Centro. De manera lacónica había sentenciado: “No puedo aceptar tu participación con mi competencia y particularmente con Carmen Aristegui”. En ese momento, en el contexto de la renuncia pontifical y el precónclave, yo ya había participado con comentarios en por lo menos 50 programas de radio.
Dos preguntas surgieron de inmediato: ¿Por qué de manera súbita exige una exclusividad no aplicada en los, por lo menos, 15 años anteriores? Llevo lustros colaborando en decenas de programas radiofónicos y otros colegas del Grupo hacen lo mismo, por lo que es una sospechosa formalidad de celo profesional repentino que menoscaba los derechos laborales. Y la segunda cuestión: ¿Por qué tanta reticencia en participar en el noticiero de Carmen Aristegui? Será sólo una cuestión comercial o que ambos hemos sido críticos implacables de Marcial Maciel y sus Legionarios de Cristo, tan apreciados por el señor Aguirre.