AUTOR: DENISE DRESSER.
MÉXICO, D.F: Una paradoja demoniaca, como diría el periodista Ryszard Kapuscinski. El PRD convertido en promotor de Enrique Peña Nieto. Jesús Zambrano y Jesús Ortega transformados en propulsores de su peor adversario. Tomando decisiones –dentro del Pacto por México– que debilitan su posición y fortalecen las del contrario; haciendo declaraciones que le restan apoyos y se los transfieren a quien desea combatir pero termina por apuntalar. El PRD como conductor contraproducente; como actor autodestructivo; como partido paradójico que encabeza una izquierda empecinada en empoderar al PRI. Un PRD disfuncional que, en lugar de actuar como contrapeso eficaz al priismo, justifica su avance.
Realidad revelada en encuesta tras encuesta, en sondeo tras sondeo. El apoyo electoral al priismo crece mientras el apoyo electoral al perredismo disminuye. La popularidad del tricolor sube mientras la del sol azteca desciende. El respaldo a Enrique Peña Nieto se extiende mientras que el respaldo a lo que queda del PRD se va encogiendo. Lo que una izquierda nebulosa y desdibujada siembra, un priismo triunfalista y complaciente cosecha con creces. El comportamiento poselectoral del perredismo consensualista no le ha cerrado espacios al PRI. Al contrario; se los abre y cada vez más.