AUTOR: FRANCISCO BEDOLLA CANCINO.
“Uno tras otro” podría ser el título de la narrativa del desempeño de las instituciones políticas mexicanas, para describir la consistencia con sus yerros y corruptelas, que parecen no tener fin. La nota más reciente corrió a cargo del Consejo de la Judicatura Federal (CJF) en relación al concurso actualmente en marcha para cubrir las vacantes de Juez. De acuerdo con trascendidos, antes de la aplicación de los exámenes, los concursantes revelaron la existencia de amenazas y presiones provenientes del más alto nivel para que se abstuvieran esta vez de impugnar los vicios de inconstitucionalidad que pudieran presentarse en el concurso.
Como hoy sabemos, de nada o de muy poco sirvieron las presiones. Sea por la incompetencia de los funcionarios del Instituto de la Judicatura, órgano encargado de la organización del concurso, o por su mala fe, lo cierto es que los exámenes aplicados exhibieron múltiples reactivos con problemas de diseño o de inexistencia de la opción correcta. Lo que por tanto se avecina, habida cuenta de lo desastroso que resultó el pasado concurso, es un golpe durísimo, porque exhibe la incapacidad y, posiblemente los sesgos de corrupción, del órgano garante del profesionalismo y la imparcialidad del funcionariado del Poder Judicial. Ahora sí que, como dice el refrán, “en la casa del herrero, cuchillito de palo”.