By: Draco Dracul
on 12:08:00
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FUENTE: LA JORNADA.
AUTOR: JOHN M. ACKERMAN.
Los maestros de Oaxaca y Guerrero tienen razón. La reforma educativa de Enrique Peña Nieto no busca fortalecer la educación pública ni acabar con el corporativismo, sino reconfigurar el charrismo sindical en función de los intereses del nuevo PRI y colocar el sistema de enseñanza nacional al servicio de las grandes corporaciones domésticas e internacionales. Existen múltiples formas para llevar a la práctica las recientes reformas a los artículos 3 y 73 de la Constitución. Pero la única manera de garantizar un desenlace positivo para la sociedad es mediante la participación de los maestros de base y el sindicalismo democrático en la elaboración de las leyes secundarias y en el nombramiento de las nuevas autoridades educativas.
Hoy la Carta Magna señala que el Estado debe garantizar la calidad de la educación pública. Esta obligación se debe cumplir por medio del establecimiento de un servicio profesional docente y con la ampliación de las facultades y el otorgamiento de autonomía constitucional al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Pero la historia nos ha demostrado que, sin una amplia participación social, los esfuerzos de profesionalización de servidores públicos y de construcción de organismos autónomos no hacen más que recubrir y legitimar las prácticas corruptas de siempre.