AUTOR: ADRIANA AMEZCUA.
A cuatro años del fatal incendio hay versiones contrastantes de una misma historia. La de los sobrevivientes que han podido curar poco a poco sus quemaduras, y la de los niños muertos, cuyos familiares piden a gritos un único tratamiento para sanar: recibir justicia.
Ella presenció cómo el horror comenzó a materializarse en forma de humo. Algunos niños comenzaron a despertarse, lloraban.
La niña de casi cuatro años de edad alcanzó a escuchar a una maestra que les pedía dirigirse a la puerta, pero estaba sellada. No pudieron salir. Fue así como observó que todo dejó de verse a su alrededor. Hasta ahí recuerda lo que ocurrió ese fatídico día.
Su mamá, Hayde Montoya Pérez, se encontraba en la empresa de valores en donde trabaja desde hacía 16 años. Una vecina le marcó para decirle lo que estaba pasando, y se fue corriendo al lugar.