AUTOR: JOSÉ GIL OLMOS.
Más que por su peso político, Baja California se convirtió en un estado estratégico para el PAN al coincidir la elección para gobernador con su guerra intestina y el debate sobre su permanencia en el Pacto por México. Sin embargo sólo un sector del PRI tenía añejas ambiciones en la península y el hilo se rompió por lo más delgado: ahora persiste la sospecha de que el gobierno de Enrique Peña Nieto sucumbió a los amagos panistas y perredistas para cederles aquel estado a cambio de que permanecieran en el Pacto por México.
TIJUANA, BC.- Días antes de su detención Elba Esther Gordillo cenó en Tijuana con Jorge Hank Rhon y el gobernador bajacaliforniano, José Guadalupe Osuna Millán. Como tema central, en la reunión se habló de apoyar al panista Francisco Kiko Vega y de impedir que ganara el candidato del PRI, Fernando Castro Trenti.
El 27 de febrero, cuando agentes de la Procuraduría General de la República aprehendieron a Gordillo en Toluca al bajar de un avión que venía de Baja California, los priistas pensaron que la estrategia aliancista había sido inutilizada. No se les ocurrió que en realidad ya estaba en marcha: el principal operador de la campaña de Kiko Vega era Osuna, quien –como se denunció– dispuso de mil 300 millones de pesos y usó los programas sociales para apuntalar a su candidato mediante el llamado Plan Baja Azul.