AUTOR: ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA.
En materia de transparencia –uno de los escasos avances conseguidos por la sociedad civil durante la alternancia– el regreso del PRI significa el fin de un sueño. Desde Los Pinos, Enrique Peña Nieto incumple flagrantemente sus “compromisos” con la rendición de cuentas y el acceso a la información; desde el Congreso, el PRI sabotea la reforma a la Ley de Transparencia para tornar irrelevante al IFAI o, peor aún, convertirlo en un instrumento presidencial más.
Pero en los primeros siete meses de la administración de Enrique Peña Nieto la tendencia a la opacidad va más allá del debate legislativo, pues el gobierno federal ni siquiera ha cumplido con las obligaciones de la ley vigente.
Entre otras anomalías se observan la ausencia de la información mínima que debe hacerse pública en el Portal de Obligaciones de Transparencia (POT), la reticencia a publicar declaraciones patrimoniales del gabinete e incluso a responder solicitudes de información, aun cuando en apariencia sean poco comprometedoras.