AUTOR: ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA.
MÉXICO, D.F. Desde lo alto de Palacio Nacional, la presencia apenas reconocible del presidente Enrique Peña Nieto comparte el papel estelar con su esposa, Angélica Rivera.
Él, con moderación presidencial; ella, prodiga besos y sonrisas, como si pudiera reconocer a alguien entre la muchedumbre, entre la “prole”, como la llamó no hace mucho Paulina Peña, la hija del mandatario, quien se asoma en el balcón central de Palacio Nacional con el resto de los respectivos hijos del presidente y su esposa.
Ritual histriónico. Viéndolo bien, la ceremonia cívica del Grito es una actuación donde el presidente en turno interpreta el papel de Miguel Hidalgo que algún día de 1810 llamó a la insurgencia armada y quiso Porfirio Díaz instituirla como la noche del 15 de septiembre.