AUTOR: JUAN PABLO PROAL.
Para contrarrestar su mediocre anonimato, el entonces gobernador Enrique Peña Nieto debió saturar con su imagen la televisión pública. Para neutralizar a los millones de cibernautas que rechazaban su plástico fulgor, el precandidato Enrique Peña Nieto compró a troles urgidos de supervivencia. Para vestirse con la bandera presidencial, el abanderado Enrique Peña Nieto compró el hambre de los votantes. Para celebrar el Grito de Independencia con más compañía que sus incondicionales, el presidente Enrique Peña Nieto compró acarreados para adornar el Zócalo.
Presidencia de tienda departamental: toda carencia puede ser solventada con tarjetas de cliente frecuente. Se pueden comprar discursos medianamente lógicos, palabras rebuscadas, carisma de revolucionario, imagen de galán de telenovela, opositores de pacotilla, periodistas aburguesados, líderes sindicales sinvergüenzas, órganos electorales de escaparate. Tu vida, la mía, la calle, sus macanas.