AUTOR: ÁLVARO DELGADO.
MEXICO, D.F. (apro).- Si en México no se juzga a nadie por lavar millones de dólares de un cártel del narcotráfico, como ahora ocurre en Estados Unidos con el presunto cómplice de Lilian de la Concha –la exmujer de Vicente Fox–, es porque la narcopolítica ha penetrado hasta la médula del Estado y sus integrantes.
La narcopolítica se instaló en México gracias también al silencio de autoridades, políticos, empresarios, iglesias y medios de comunicación, y esa mudez colectiva amenaza ahora con arrastrar a la nación al caos, como el que padece Michoacán.
Gobernado por el crimen, Michoacán es la prueba de que todo lo malo en México puede ser peor: Si el demencial belicismo de Felipe Calderón sólo produjo decenas de miles de muertos –miles de inocentes entre ellos–, la inoperancia de Enrique Peña Nieto no ha sido menos funesta para mantener a la sociedad en la indefensión.