AUTOR: PATRICIA DÁVILA.
Hace seis años, cinco soldados fueron acusados de filtrar información a El Mochomo Beltrán Leyva. ¿Las pruebas?: una libreta que se materializó de la nada, un audiocasete sin dueño y una USB que no aparece. Los jueces le han ido rehuyendo al caso, y el juicio apenas acaba de recalar en un tribunal militar. Hoy, por primera vez, los acusados hablan y denuncian las irregularidades de su proceso. Todo empezó mal: ni siquiera está claro dónde se detuvo al capo que desató el lío.
MÉXICO, D.F. Enero 21 de 2008. Eran las 3:25 horas.
“Estaba en mi casa, acostado, cuando escuché ruidos, voces de gente en la puerta. Abrí la persiana. (Hombres armados) estaban apuntándome por la ventana. En ese instante tumbaron la puerta de acceso y otra de madera. (A la planta alta de la casa) subieron muchos militares, me pusieron una capucha en la cabeza. Me llevaron a la sala de la casa, en donde me tuvieron como dos horas. De ahí me sacaron a la calle, me subieron a una (camioneta) van y me trasladaron al aeropuerto, supongo, porque se oían los aviones. Luego me trasladaron a la Ciudad de México en una aeronave. Al llegar me quitaron las vendas de la cabeza y me presentaron con los periodistas…”