LINK: http://www.sinembargo.mx/22-11-2013/821482.
Algunos sacerdotes católicos se quejan de que los narcotraficantes tienen sometida a la población: cobran cuotas, disponen de las mujeres y de las propiedades, ahuyentan a los feligreses, atentan contra la vida en sociedad. Otros, sin embargo, no tienen empacho en recibir el dinero lleno de sangre de los criminales; allí está como ejemplo la iglesia construida por Heriberto Lazcano, “El Lazca”, ese temible capo con un historial de horror. Lo cierto es que los religiosos no la están pasando bien en México; el crimen organizado, que lleva años poniendo de rodillas a los cidadadanos, ya los alcanzó…
Ciudad de México, 22 de noviembre. Sacerdotes católicos de Michoacán se pronunciaron en días pasados sobre la creciente violencia que vive el estado, frustrados con el aparente control de los Caballeros Templarios sobre las autoridades. ”Michoacán tiene todas las características de un Estado fallido”, escribió el obispo de Apatzingán, Miguel Ángel Patiño Velázquez, de 74 años, en una misiva de octubre a los feligreses.
La carta le dio la vuelta al país por la crudeza. Narraba cómo las bandas de delincuentes se han apropiado de la entidad.
Los Caballeros Templarios y otras bandas luchan por Michoacán “como si fuera un botín de piratas”, mientras que “los funcionarios municipales y la policía son o subyugados por o cómplices de los delincuentes”, acusó Patiño. “El rumor que se propaga es que el gobierno estatal también está al servicio del crimen organizado, lo que provoca la desesperación y la desilusión de la sociedad”.