AUTOR: JOHN M. ACKERMAN.
En vez de donar nuestro mínimo ahorro al financiamiento del circo mediático del Teletón, sería de mayor provecho canalizar estos mismos recursos hacia nuevas iniciativas de autogestión informativa en comunidades, barrios, escuelas y centros de trabajo.
Una ciudadanía consciente y participativa podría obligar al Estado a atender directamente a los grupos vulnerables, así como generar el crecimiento económico y la paz social necesarios en todo el país. No debemos caer en el juego de las limosnas interesadas de Televisa, Walmart, Telcel, Telmex y demás monopolios. En lugar de ello, trabajemos para construir soluciones de largo plazo desde nuestras vidas cotidianas.
Regala un pescado a alguien y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás por el resto de su vida, reza un viejo proverbio chino. La Biblia contiene la misma lección. No deberíamos permitir que la oligarquía nacional desvirtúe y pervierta la innata solidaridad y generosidad del pueblo mexicano.
Regala un pescado a alguien y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás por el resto de su vida, reza un viejo proverbio chino. La Biblia contiene la misma lección. No deberíamos permitir que la oligarquía nacional desvirtúe y pervierta la innata solidaridad y generosidad del pueblo mexicano.
Las donaciones al Teletón, y los redondeos en el supermercado, solamente perpetúan la problemática de fondo al avalar la suplantación de las responsabilidades públicas del Estado por el paternalismo de los oligarcas. En lugar de atender los síntomas, habría que transformar de raíz el sistema de injustica que permanentemente genera más niños pobres, desnutridos, enfermos, traficados, explotados y discapacitados.