AUTOR: JOSÉ GIL OLMOS.
ANTUNEZ, Mich. El panteón municipal se llenó como si fuese el Día de los Fieles Difuntos. Las notas de un grupo musical se escuchaban entonando corridos de vida y muerte. Pero los gritos desgarradores de Juana rompían el sincopado de las canciones. “¿Por qué me lo mataron?” preguntaba a gritos, con la cara empapada en llanto, mientras el cadáver de Mario Pérez Torres era enterrado.
“¿Usted cree que se va a calmar esto?” preguntó al reportero María Elena, la sobrina de Mario, con ánimos de encontrar una pisca de esperanza.
El miedo es el invitado especial a los sepelios de Mario y Rodrigo Benítez, quienes fueron enterrados acompañados de cientos de habitantes de este poblado, que ha sido controlado por el grupo criminal “Los Caballeros Templarios” desde hace años.
“Tenemos miedo de que se vayan estos señores (los policías y el Ejército)y nos dejen solos, por eso no queremos que los desarmen” explicó María Elena, prima de Mario, casi a los pies de la tumba donde la gente se arremolina para despedir al jornalero recolector de limones que fue asesinado el lunes en la noche por un soldado.