AUTOR: JOSÉ GIL OLMOS.
El gobierno federal se hizo sentir en Tierra Caliente… combatiendo a las autodefensas. La muerte de tres civiles a manos de militares reveló que la estrategia gubernamental parece consistir en acallar la denuncia. Y de paso revivió las dudas: ¿quién protege a Los Templarios, a quienes nadie detiene pese a ser conocida su ubicación? Mientras tanto la ira ha llegado a tales niveles en Apatzingán –donde no sólo celebran juntas las autoridades, sino los líderes mafiosos– que un sacerdote afirma: “Tenemos 45 mil personas enlistadas para dar el golpe”.
APATZINGÁN, MICH. La mañana del miércoles 15 una humareda inundó el centro de esta ciudad y el ruido de un tiroteo hizo correr a los transeúntes: Dos enviados de Los Caballeros Templarios prendieron fuego a una farmacia y dispararon al aire. Se fueron sin que nadie los molestara. Ése era su desafío a los miles de policías y soldados llegados el día anterior para controlar el municipio. Por la noche otros hombres dispararon contra la delegación de la Procuraduría General de la República y también se perdieron en la oscuridad.
“Lo que pasa es que ellos mandan. El mismo día que llegaron todos estos policías y militares, los jefes de Los Caballeros Templarios estaban comiendo aquí cerca, llegando a acuerdos. ¿Cree que esto no lo sabía el gobierno? Claro que sí, esto es una farsa”, asegura Gregorio López, vicario parroquial de la catedral de Apatzingán.