AUTOR: ANABEL HERNÁNDEZ.
Alfredo Castillo tiene una responsabilidad, además de ilegítima, delicada: pacificar la Tierra Caliente y la Costa michoacanas. Pero no hay nada en su carrera que permita suponerle capacidad para lograrlo. Como procurador mexiquense no hizo nada para frenar la entrada de los cárteles ni el aumento de delitos comunes; como subprocurador federal quiso burlar a Murillo Karam y nombrar por la libre a 16 delegados estatales. Su cese fue fulminante… Pero su primo es consejero jurídico de Peña Nieto.
MÉXICO, D.F. La carrera de Alfredo Castillo Cervantes, comisionado para la Paz y Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán, está marcada por el fracaso y la ilegalidad.
El resultado de sus dos años como titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM) fue desastroso.
En ese periodo la entidad se convirtió en la tercera con mayor número de personas desaparecidas, según la lista oficial de la Secretaría de Gobernación (Segob) y la Procuraduría General de la República (PGR). Los homicidios dolosos aumentaron 32%; las extorsiones, mil 225%; el robo de vehículos con violencia, 17% y el robo de vehículos sin violencia, 8%, según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).