AUTOR: JENARO VILLAMIL.
MÉXICO, D.F. (apro).- El nuevo sexenio de Televisa inició, paradójicamente, en junio de 2012, un mes antes de las elecciones presidenciales. Fue el último mes de poder real del errático gobierno de Felipe Calderón Hinojosa.
Ese mes, la Comisión Federal de Competencia aprobó la decisión más polémica del sexenio en materia de telecomunicaciones y quizá el error más grave que amarró al gobierno siguiente (cuando ya todo indicaba que el PAN no iba a repetir en Los Pinos). En ese mismo mes, a Calderón le quedó claro que la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, no ganaría la elección presidencial y necesitaba blindarse.
La decisión polémica fue la aprobación de la fusión de Grupo Televisa con Iusacell, propiedad de su presunto competidor en televisión abierta, TV Azteca. La fusión convirtió a ambas empresas en socios irremediables en una aventura cuyo objetivo central era competirle al gigante de telecomunicaciones Telmex-Telcel, en uno de los episodios más de esa guerra entre ambos polos, muy similar al fenómeno de la guerra de cárteles.
La fusión demostró la capacidad de poder político del grupo encabezado por Emilio Azcárraga Jean y Bernardo Gómez que llegaron a Televisa en 1997.