AUTOR: ÁLVARO DELGADO (ANÁLISIS)
MÉXICO, D.F. (apro).- Termine o no en tribunales, haya o no desbandada y gane quien gane, Gustavo Madero o Ernesto Cordero, la del Partido Acción Nacional (PAN) es ya una elección manchada.
Y si Madero es el triunfador, porque así se diseñó la contienda desde el poder, con el cúmulo de impugnaciones –las reales y las inventadas– no tendrá legitimidad. Será un presidente espurio.
¡Qué paradoja vive el PAN en su 75 aniversario!: Antes, durante la campaña y seguramente después del domingo 18 –día de la elección– los panistas de la cúpula han reeditado todo contra lo que nació ese partido.
El caso de Madero es ilustrativo: Usó su cargo de presidente, hasta lo último, para tomar ventaja ante sus potenciales rivales, diseñó las reglas de competencia a su medida –incluido un debate que nadie viera– e integró un órgano electoral con lógica de facción.