AUTOR: J. JESÚS ESQUIVEL.
WASHINGTON: Desde los años ochenta del siglo pasado, Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, aparecía en los informes de la Administración Federal Antidrogas (DEA) como un narcotraficante “muy peligroso”, astuto y de bajo perfil, pero también como el responsable de los enlaces del Cártel de Guadalajara con las bandas criminales de Colombia para traficar cocaína a Estados Unidos.
La DEA quería vivo o muerto al narcotraficante oriundo de Sinaloa y ofrecía una recompensa de 5 millones de dólares a quien le proporcionara información para capturarlo. Jamás lo consiguió; El Azul presuntamente murió hace días de un paro cardiaco y se libró de una eventual captura, el correspondiente proceso de extradición y quizá de terminar en una prisión estadunidense.
Tras la disolución del Cártel de Guadalajara después que el 7 de febrero de 1985 sus integrantes secuestraron y posteriormente torturaron hasta la muerte, al agente de la DEA asignado a la capital de Jalisco, Enrique Kiki Camarena, Esparragoza se volvió aún más cauteloso y, con varios paisanos sinaloenses, formó un cártel más poderoso: el de Sinaloa.