AUTOR: OLGA PELLICER.
MÉXICO, D.F: La vida política en México da sorpresas. Una de ellas ha sido el desinterés público ante la próxima aprobación de las leyes secundarias de la reforma constitucional en materia de energía, uno de los cambios de mayor trascendencia para la vida del país. Diversos analistas han llamado la atención sobre el hecho que “el diablo está en los detalles”.
Es decir, el verdadero alcance de lo que se pretende reformar –como es, entre otras cosas, hacer de Pemex una empresa productiva compitiendo en igualdad de circunstancias con la inversión privada nacional y extranjera– sólo se verá cuando se implementen las modificaciones a la Constitución.
Son las leyes secundarias las que revelan hasta dónde se da un cambio: si las reformas responden a los grandes fines que se proclaman o si esconden una serie de ineficiencias que difícilmente conducirán al país por mejores caminos. Se requería, pues, una lectura cuidadosa y una crítica aguda del voluminoso documento que envío el Ejecutivo. El tiempo ha pasado y la necesaria reflexión sobre errores y aciertos de las leyes secundarias no tuvo lugar.