AUTOR: LUCIANO CAMPOS GARZA.
MONTERREY, N.L. (apro).- Las mujeres migrantes que anhelan cruzar a Estados Unidos encuentran un último descanso en los estados fronterizos de México, antes de acometer la riesgosa travesía por el río Bravo.
Pero cuando llegan a los albergues, donde toman un respiro, la mayoría de ellas ya ha sido objeto de ultrajes.
Y es que en el camino son violentadas sexualmente por bandoleros y policías, dice en entrevista el padre Pedro Pantoja, quien durante años ha atendido personalmente casos de mujeres víctimas de abuso.
También le ha tocado ver casos de mujeres que al llegar a la zona fronteriza son obligadas a ejercer la prostitución.
Las cifras son escalofriantes: a la Casa del Migrante Belén, de la ciudad de Saltillo, Coahuila, acuden a diario unas 15 mujeres, la mayoría de las cuales ha sido víctima de abuso en su travesía. Aun así, dice el prelado, no capitulan en el empeño de cruzar la frontera.