AUTOR: ALVARO CEPEDA NERI.
(28 de julio, 2014).- Es cierto que no hay político que no aproveche las oportunidades, pero de esto a ser oportunista hay un océano de por medio. Y más cuando se cambia de “chaqueta”.
Y no porque no se deba mudar de ideología, como el caso de la señora Rosario Robles Berlanga, todavía secretaria de Sedesol dueña del multimillonario presupuesto de gastos para la cruzada contra el hambre –según dice–, para sacar de esa tragedia a once millones de los 53 millones de mexicanos que mueren de hambre.
Esta ex perredista dejó a su paso por la jefatura del Distrito Federal las huellas imborrables de la corrupción a favor suyo y de su amante argentino Carlos Ahumada, para luego despotricar contra López Obrador y hacer méritos que la acercaron a Peña, quien le dio asilo cuando gobernó autoritaria y represivamente al Estado de México.