AUTOR: VERÓNICA ESPINOSA.
CELAYA, Gto. (apro).- El pasado 25 de junio, un grupo de migrantes hicieron alto en esta ciudad y se dirigieron al albergue Manos extendidas, pero encontraron las puertas cerradas.
La razón: las autoridades municipales hicieron a los encargados del refugio una serie de observaciones sobre el uso del suelo, por lo que tuvieron que dejar de prestar el servicio humanitario durante un mes, a pesar de que este punto es neurálgico para los indocumentados que transitan por las rutas del tren hacia los distintos puntos del centro-occidente y del norte.
Situado en la calle de Graciano Sánchez 412, colonia Emiliano Zapata, el albergue no ha cumplido dos años en operación y en ese tiempo han prestado atención a alrededor de 3 mil 200 personas en tránsito, según estima su fundador y actual presidente de la asociación civil, Jorge Vázquez. Esa cantidad, dice, da una idea de la importancia que tienen los refugios en esta ruta del Bajío.