Como si el autoelogio exaltado pudiese paliar el hartazgo ciudadano a la cleptocracia exhibida como virtud pública. Como si la política del engaño fuera capaz de borrar la ira y el sufrimiento causados por la violencia criminal o por las fuerzas del Estado encargadas de combatirla.
Malogrado como jefe de Estado y de gobierno, el mandatario se ufana en el papel de líder de su partido y promete victorias en los comicios para gobernador en el Estado de México, Nayarit, Coahuila y Veracruz, tras haber perdido siete de las 12 gubernaturas en las elecciones del año pasado, cuatro de ellas en estados donde el PRI había gobernado durante 86 años: Durango, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz.